Cuando un partido gana las elecciones y logra el Gobierno, la organización como tal pasa a un relativo segundo plano. Su tarea, la del partido, es ayudar al Gobierno, no plantear problemas y para ello basta recordar cómo Alfonso Guerra mantuvo a raya al PSOE para que Felipe González gobernara con tranquilidad y José María Aznar encontró en Álvarez Cascos esa mano de hierro necesaria para mantener el orden. Sin embargo en estos casos, el partido seguía siendo el partido. Había debates, discrepancias y apoyo al líder, pero lo que se está viendo en el PSOE no tiene precedentes. Pedro Sánchez se ha hecho con el poder absoluto de este nuevo PSOE. Ha logrado una estructura a su medida en la que el debate brilla por su ausencia y que con la última renovación de la Ejecutiva ha apostado por el dos en uno, de manera que resulta difícil diferenciar entre los responsables del partido y del Gobierno.
La columna
Dos en uno
27/01/24 4:00
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