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Aun sabiendo de vinos todo lo que sé de vinos, me moriré sabiendo muy poco sobre el vino. Me doy cuenta de esta quiebra cuando me paso días enteros leyendo nuevos y viejos tratados sobre enología, enciclopedias de 12 volúmenes, los voluminosos libros sueltos que se ofrecen para enseñarme a conocer el vino. Al final, en un acto de sinceridad, convengo que siempre será más lo que ignoro que lo que sé sobre una copa de vino.

Fíjense, hace unos días encontré el siguiente escrito: «el vino es una cuestión de gustos, toda vez que la percepción del sabor y el aroma difieren en cada persona». Siendo esto así, las catas serían orientativas. Y a propósito de catas, he participado en algunas y me ha sorprendido ver a esas personas que acuden a uno de estos acontecimientos con un cigarrillo, incluso un puro en la boca, la herencia del tabaco anula a cualquier persona para una cata, porque no percibirá ni los aromas ni los sabores. En algunas catas, es una buena costumbre tener algunos trozos de manzana para, entre vino y vino, morderla a conciencia y luego echarlo en un recipiente a propósito. Las papilas gustativas lo agradecerán.

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Seguramente ustedes habrán sido testigos de quienes piden un Rioja creyendo que eso en sí mismo es el aval que garantiza nuestro buen gusto a la hora de tomar un vino. Yo les aseguro que eso no significa ningún  buen gusto especial. Ya que lo primero que conviene saber, es que en España en cuanto a vinos, tenemos tres Riojas, a saber, La Rioja baja, la Rioja alta y La Rioja alavesa. Más aún, los vinos de La Rioja baja, son diferentes a los de La Rioja alta y La Rioja alavesa, incluso su graduación etílica es diferente. No les digo nada si tenemos presente que en España hay unas 10.000 bodegas, y que, cada una de ellas, elabora sus vinos con sus peculiaridades que les distinguen, incluso en una misma bodega podemos encontrarnos con vinos notablemente diferentes entre sí. Ya saben ustedes que en algunos vitivinicultores, está muy arraigada la costumbre del coupage, palabra francesa que significa la mezcla de dos o más vinos, incluso entre bodegas distintas. Lo que los maestros bodegueros buscan es mejorar un vino lo máximo posible que esta técnica permite, llegando a creaciones excelsas, pero esta es una técnica que requiere el trabajo de un verdadero experto, la más mínima equivocación producirá el efecto contrario al que se está buscando.

La creación de un gran vino, principia en el majuelo (viñedo), la composición del terreno tiene una marcada y notable influencia en la capacidad de una viña para producir caldos notables. Una tierra excesivamente rica dará un crecimiento excesivo de las hojas de la vid y una uva pequeña. El suelo gravoso no necesita ser regado, la tierra de granito suele ser adecuada para la cepa Syrah que da un vino muy adecuado para envejecer, siendo también cierto, que un buen marketing, una propaganda bien dirigida, hacen que un vino alcance nombradía Tanto es así, que si el célebre crítico de vinos estadounidense    Robert Parker, le alaba un vino de su bodega, este subirá de precio como la espuma. Otros vinos tienen desde hace años consolidado su prestigio, caso del Mouton-Rothschild, el Romanee-Conti, el Petrus Pomerol y, tantos otros que no es menester nombrar, aunque no es menos cierto, que algunas «cosas» que se publican sobre el vino, no hacen más que acrecentar un totum revolutum en torno a una materia tan plural y tan inmensa. Fíjense, lo dicen quienes lo saben, que Howard Carter en 1922, cuando abrió la tumba de Tutankamón, se sorprendió ante varias ánforas de vino, sobre todo al ver que cada una de esas ánforas llevaba una inscripción sobre el vino de su interior.  Parece ser que los egipcios ya llevaban una información sobre el año de la elaboración de un vino, a qué viñedo pertenecían y el nombre de quien había elaborado el mismo. Si eso es así, en mi opinión, estaríamos ante el principio de la creación de las etiquetas. Por cierto, tengo una incipiente colección, unas 500 etiquetas, creo que algo más. En puridad, la historia de la etiqueta en la botella de vino empezó en el año 1860 y en 1952 se fundó en Londres el Wine Label Circle, asociación que reúne a los amantes y coleccionistas de etiquetas de vino. En cuanto al vino de Tutankamón, la más elemental prudencia  me obliga a dudar de esa cita, en primer lugar por la severidad de la fecha. Tutankamón murió en el año 1352 a.d.C. En segundo lugar, y eso es lo que más me hace dudar, es saber que no se tenía ningún conocimiento enológico, y, aunque se hubiera tenido, cuando Carter vio las ánforas de vino, habría transcurrido la friolera de 3.375 años, con lo que el vino se habría evaporado.