Saben, casi siento con alivio que termine este 2023. No es que sea una optimista redomada pero tengo la esperanza de que 2024 sea mejor. Bien es verdad que el horizonte continúa repleto de nubarrones: la guerra Rusia-Ucrania y la de Hamas-Israel han dejado, y pueden seguir dejando, un reguero de muertos, de violencia, de desesperanza. Sin embargo, quiero creer que en algún momento la comunidad internacional logrará que rusos y ucranios se sienten en una mesa a negociar la paz, y lo mismo suceda en el caso de Israel y los palestinos. No se trata de un deseo ingenuo sino de una necesidad inaplazable.
Si aún escribiera cartas a los Reyes Magos, pediría que este año los economistas cabezas pensantes de las instituciones financieras internacionales, por una vez, en vez de dar diagnósticos sobre lo que sucedió en el pasado, sean capaces de hacer un diagnóstico sobre cómo construir un futuro donde se vayan difuminando los márgenes de la desigualdad, se acabe con las crisis financieras que condenan a la miseria a tantos millones de personas y enriquecen a otras.
Pediría también que el movimiento woke se difumine para siempre porque han instalado la censura en todas partes haciendo retroceder la libertad de expresión y de creación y condenando cualquier discrepancia sobre lo que tal movimiento considera justo.
Y por supuesto me gustaría que se avanzará en la consecución de los logros del feminismo. No dejo de repetir que si soy feminista es porque soy demócrata, y que de lo que se trata es de construir sociedades donde todos los ciudadanos sean iguales en derechos y oportunidades porque eso es parte de la calidad de la democracia, por tanto ser feminista es una manera de ampliar el espacio democrático.
No quiero dejarme llevar por el «espíritu» de estas fechas soñando imposibles, pero ya puesta a pedir me gustaría que en 2024 nuestros gobernantes cumplieran escrupulosamente con sus obligaciones anteponiendo el bien común a sus intereses y ambiciones personales.
Y sí, me gustaría que fuéramos capaces de recuperar la concordia, un país donde quepamos todos, y que mire al futuro en vez de enfangarse en el pasado simplemente porque sobre el pasado no tenemos ningún poder.
Por supuesto espero que ningún otro maldito virus venga a cobrarse el tributo en vidas, y que los avances científicos nos procuren una vida mejor... y bueno, la carta a los Reyes sería interminable, así que me despido de 2023 y le doy la bienvenida a 2024.
Feliz Año