¿Cómo están, queridos lectores? Espero que con las neuronas bien colocaditas para tener muy claro que Netanyahu pasará a la historia como uno de los grandes genocidas que ha conocido la Humanidad, y sobre su recuerdo caerá cada cadáver de niño palestino asesinado. Y espero también que con la suficiente salud como para beber cerveza sin alcohol solo por prescripción médica. Si podemos seguir deleitándonos con una buena cerveza es que aún hay esperanza de disfrute para esta vida.
Y la sola mención del cruel líder sionista me trae la imagen de otro ser bastante malvado, que sin embargo murió con honores, y cuya sombra sigue causando mucho dolor a millones de personas. No, no fue presidente de ningún país, ni general de algún ejército, fue el premio Nobel de economía de 1976. Señoras, señores, con ustedes (redoble de tambor por favor) el ínclito neoyorkino Milton Friedman, profesor de la Universidad de Chicago que falleció un feliz 16 de noviembre del 2006 a los 94 años. Quizás fue tan longevo por eso de que «mala hierba nunca muere».
El ignominioso de Friedman fue miembro activo del Partido Republicano, fue asesor económico especial, entre otros, de Richard Nixon, Ronald Reagan, Margaret Thatcher y George W. Bush. Además de tener mucho que ver, pero mucho, con otros sanguinarios personajes, como el despiadado general Augusto Pinochet, o con el inhumano torturador argentino Jorge Rafael Videla. Ya ven, una joya de persona que puso la economía al servicio de la mala gente importándole una mierda, tamaño dinosaurio, el sufrimiento de millones de personas.
Milton Friedman y sus Chicagos Boys fueron pioneros en defender un sistema capitalista feroz. Sin ningún tipo de control, se oponía así a un modelo keynesiano, de John Maynard Keynes; que digamos que decía algo así: «capitalismo claro, pero con un poquito de orden señores, con unas reglas, con unos límites, respetando derechos humanos, y no fomentando, al menos en exceso, la gran diferencia entre ricos y pobres. Un poquito de sanidad y educación pública, por ejemplo. Un poquito de redistribución de la riqueza, unas trazas de clase media, vamos».
Friedman publicó su biblia, «Capitalismo y libertad», qué manía tienen los psicópatas neoliberales y de extrema derecha con manosear y desvirtuar la palabra ‘libertad'. Pues bien, «Milton el bonachón» proponía la privatización de todo, la desregularización de todo y el recorte absoluto en gasto social. Y si para hacerlo hay que ahogar previamente a un país como Chile, o Indonesia, igual me da, o hay que torturar a quien se oponga, pues se hace y a cenar pavo con la familia el día de acción de gracias, como hicieron muchos de sus amiguitos antes mencionados. El tipejo se aprovechó hasta de las inundaciones que provocó el Katrina en Nueva Orleans para privatizar, en tiempo récord, todas las escuelas públicas para hacer negocios privados y eso que ya tenía 93 años. Flipa con el poder del lado oscuro de la fuerza.
Como hemos dicho la sombra de Friedman es alargada y ahora mismo hay un resurgir de siniestros personajes en todo el mundo que ponen en marcha sus medidas económicas desde Madrid a Buenos Aires, pasando por Ámsterdam. Son auténticos talibanes del mercado, seres corruptos con trazas de psicópatas que estrujan las ubres del Estado para enriquecer a amigos y sirvientes. Están ganando el relato y eso no mola. Habría que darle la vuelta a la tortilla, ellos tienen a los «Pablos Motos», nosotros la verdad, la razón y la cerveza. Lúpulo y feliz jueves.
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