A mí nunca me ha interesado el fútbol y nunca he mirado un partido ni en un campo de fútbol ni por la televisión. Sin embargo, cuando empezaron a anunciar el partido final del mundial de fútbol femenino, me empecé a interesar. Me sorprendió que se hablara tanto de un partido de fútbol femenino, ya que en los medios españoles todo lo que sea deporte femenino se le relega y nunca llega a la parte superior de las noticias «importantes».
Así pues el día del partido aunque no lo miré, iba siguiendo su evolución y tuve una gran alegría cuando ganaron las futbolistas españolas. Sobre todo me alegré por la resonancia que tuvo y la reacción de muchos ciudadanos aunque algunos de ellos no comprendieron bien lo que había pasado.
Un ejemplo de esta falta de comprensión la dio Josep Borrell, el alto Representante de la UE para Política Exterior. Borrell dijo: «Están aprendiendo a jugar tan bien como los hombres». No, ellas ya sabían jugar tan bien como los hombres. Los que hemos trabajado profesionalmente con mujeres y hombres sabemos que no hay diferencias en competencia y eficiencia. Esto lo sabemos desde hace muchos años y Josep Borrell debería saberlo. Lo que sí pasa es que en niveles superiores de las compañías y las instituciones a veces no lo entienden así y el resultado se ve a la hora de promocionar a las personas. Las mujeres aún están en desventaja por el machismo que existe en estos niveles.
Lo importante de ganar el mundial fue el mensaje que lanzaron a todos los españoles de la igualdad entre hombres y mujeres, que muchos no querían ver. Eso puede ser muy importante para la concienciación de muchos en este problema. La igualdad en capacidades profesionales existe pero no siempre se acepta.
El éxito del equipo femenino quedó luego tapado por la repugnante conducta de Rubiales y la ofensa a Jenni Hermoso. Yo al ver lo que hizo pensé que se le ordenaría su dimisión inmediatamente, pero claro yo no conocía cómo funcionaba la Federación de Fútbol Española. La no dimisión y la secuelas de la conducta de Rubiales generó un terremoto público.
A los pocos días el caso Rubiales, o el Rubigate como lo llaman algunos periódicos fuera de España, dominó la prensa en todo el mundo. Este caso dejó en evidencia el grave machismo que existe en los altos niveles de las instituciones del fútbol español. También nos mostró como a pesar de ser España unos de los países que lidera en cuestiones legales de igualdad existe aun mucho machismo a eliminar en muchas instituciones. Esta fragmentación de la sociedad se ha puesto claramente de manifiesto en los diferentes comentarios y posiciones públicas de muchas personas en nuestro país.
El Rubigate lo que ha hecho también es destapar muchas otras cosas sobre la desigualdad entre el fútbol masculino y femenino que deberían haberse discutido más en público. Una de esos problemas es la gran desigualdad económica que existe. Un ejemplo de ello son los premios que reciben al ganar un mundial. En el caso presente las jugadoras recibirán 250.000 euros cada una por su éxito. Pero en el caso del fútbol masculino el premio que hubieran recibido los jugadores españoles si hubieran ganado el mundial de Qatar era de 400.000 euros cada uno. Eso es solo una indicación de la desigualdad que existe en sueldos. Esa desigualdad es inaceptable.
Las jugadoras del equipo de fútbol femenino de España ganaron el mundial, pero tanto ellas como el resto de las mujeres de España les falta aun mucho para ganar la igualdad. Una de las consecuencias importante de la victoria de estas mujeres ha sido destapar alguno de esos problemas que normalmente permanecen ocultos y el Rubigate, a pesar de su vergonzoso comienzo, también ha ayudado a descubrir podredumbre machista impregnada en las instituciones. Hay mucho por hacer aun para conseguir la igualdad y las leyes no son suficientes, aunque son necesarias. Hay que cambiar la mentalidad de muchos.