Una se acostumbra a todo
Se admiten apuestas
No hace falta ser filólogo ni lingüista para poder apreciar que el mundo de las apuestas está en alza. Es verdad que son apuestas figuradas, en las que en realidad no se apuesta nada, ya que toda apuesta que se precie debe llevar aparejado un riesgo, una cantidad de dinero en juego o, cuando menos, una confianza depositada en algo. Y hoy las apuestas no cuentan con nada de eso. Al menos, en el centenar largo de veces al día en que oímos que se efectúa una apuesta. No se apuesta nada; se apuesta por algo. Es decir, que donde deberían utilizarse verbos como «elegir», «escoger» o «confiar» todo acaba reduciéndose a una mera apuesta. Supongo que será porque -dejando a un lado la pobreza lingüística- cuando una expresión se pone de moda, ya no la para nadie. Digamos que todo el mundo apuesta por ella… Da igual si se trata de algo muy importante o de un asunto sin ninguna trascendencia: hoy se apuesta que es una barbaridad.
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