1- De toreros: Hace unos días el amigo P. nos aseguraba que no existen toreros daneses. Craso error. Así lo percibo porque Dinamarca ha sido, contrariamente, un vivero de toreros. Y un buen lugar para las corridas. Así lo aseguran quienes lo saben. Encorsetados entre lo alemán y lo sueco, los daneses han sabido torear a ambos gigantes hasta identificarse con su propia personalidad. Jysk no es Ikea. ¡Ah, y Laudrup también toreó! ¡Y cómo!
Algunos no tenemos ninguna duda de quiénes somos y para conmemorarlo nos identificamos y escribimos como eso que somos y no como unos simples ‘forasteros locales'. Creemos que si ‘lo nostro' no se usa, se perderá irremediablemente. Por eso hay que reivindicarlo usándolo. Descendemos del ‘llemosí' provenzal que desparramado por nuestro Mediterráneo se enriqueció ‘con recursos propios' y derivó en las denominaciones regionales que nos reconocen con excepción de los ciegos sectarios galvanizados por intereses injertados. Otras cunas inventadas o pretendidas son aditamentos interesados. Las lenguas no se crean en despachos ni en laboratorios.
Como dudaba el príncipe danés Hamlet en su castillo de Kronborg con su famoso «¿ser o no ser?», algunos hoy se preguntan «¿To be an ‘al·lot' or to be a ‘xicot'? That is the question», amigo P.
2- Juramentos aborígenes: La cosa ya pasa de castaño oscuro. ¿Por qué se permite el espectáculo bochornoso de tener que soportar escuchar juramentos aborígenes ridículos y desplazados de lugar en el Congreso y en el Senado que no son tales sino absurdos minimítines ideológicos? ¿Por qué no se exige únicamente prometer o jurar la Constitución con un simple sí, lo prometo o lo juro? ¿A qué punto de tontería hemos llegado con la manoseada y ridícula permisividad? Hay una fórmula que uno puede aceptar o no. Si uno no la acepta se queda en la puñetera calle sin más. Los culpables de esa decadente permisividad son los presidentes de las Mesas del Congreso y del Senado, una del PSOE y el otro del PP. No hay ninguna ley que les prohíba decir a los aspirantes a cobrar cada mes de todos nosotros: No Sr. o Sra. lo lamento pero mientras no deje de decir gilipolladas y no acate correctamente la Constitución usted no adquirirá su plena condición de diputada/senadora. Es decir, ya lo sabe, o acata o se queda sin sueldo. Se acabarían las tonterías en dos minutos.
3- Magón: Volvemos a decirlo: Mahón es desgraciadamente una ciudad muy desagradecida. Y muy olvidadiza. Demasiado ocupada en cambiar estúpidamente de topónimo cada dos por tres para dar gusto a unos forasteros, se ha olvidado de proclamar, homenajear, recordar y alabar todo lo que ha formado su identidad histórica. No tiene ni una triste calle o plaza dedicada al gobernador Richard Kane que le regaló la capitalidad de la Isla, ni recuerda a sus muertos y deportados en 1535, ni tiene un monumento ni un relato para con su salsa mahonesa. Tampoco ha homenajeado nunca a su puerto, ese que comentó Andrea Doria, y que le aportó vida mundana y nos conectó al liberalismo y al mundo civilizado, abierto y cosmopolita. Por no tener no tiene ni un Museo industrial que recuerde que muchos cientos de familias mahonesas vivieron aquí de la industria durante los siglos XIX y XX. ¿Dónde está el recuerdo para las industrias de construcciones de barcos, para sus ‘mestres d' aixa de Baixamar', para sus motores, para su primera electricidad, para los bolsos de malla, para la industria bisutera, para las ‘sumadoras', para el calzado, etc.? Mientras Ibiza, por ejemplo, era una isla payesa en la primera mitad del siglo XX y Mallorca ya estaba liada casi exclusivamente con el turismo, Menorca ya era una isla industrial, pionera de la industrialización de Balears. Y nadie parece querer reivindicarlo ni recordarlo. ¿Quién será el que devuelva la memoria histórica a nuestra ciudad? ¿O tendrá que ser la sociedad civil, como en la isla del Hospital, quien resuelva el problema? Mahón, la antigua Magón, y toda Menorca, está en deuda con su pasado industrial.
4- De luces: Estas semanas se expone en el Centro de Arte de Ca n'Oliver (s'antic Can Victori des mobles) una suntuosa exposición referida a la influencia de la luz de la Isla («Menorca y la luz del norte») sobre varios de los artistas extranjeros que han trabajado aquí su obra desde los años treinta. Ubicada en un sótano bien acondicionado muestra magníficas y originales obras de Theresa Malaise, de Alfred Hutchinson, de Hermann Pabst y de Ronald Webb. Debo admitir que no conocía la obra de estos creadores pero sí la de otros expositores como la de Lindsay Mullen, a quien conocí y frecuenté hace ya muchos años. También es bien conocida la obra del sueco Arnulf Bjordal (cuya referencia para los menorquines es su Taula de Fornells) que en esta exposición presenta varias obras que me fascinaron. La escultora Bettina Gleiss es también todo un descubrimiento. Sus piezas curvadas y con formas están perfectamente recubiertas de ‘estuc veneciano' que tan bien conocemos los menorquines como adornos untados y pintados en nuestras paredes. Y finalmente hay obras y recuerdos para Hans Hartung y su mujer Anna-Eva Bergman que tan ligados estuvieron a mi abuelo Juan Gomila Borrás (primer presidente del Fomento del Turismo) que siempre protegió al matrimonio y a su obra. Emilio de Balanzó me obsequió con copias de las cartas que Hartung cruzó con mi abuelo cuando fue deportado de su casa (tipo Bauhaus) de Cala Tirant acusado de ser espía y al que le encargó el cuidado y la exportación de su obra. Una magnífica exposición, muy bien documentada, que merece el aplauso para sus organizadores.
5- El hijo del profesor: Martes 15. Un miembro del pelotón integrista ultrafabriano, descubierto ahora como devoto colonialista, nos obsequia con su desprecio lo que nos alegra el día porque manos fofas no ofenden, solo nos cosquillean. ¡Ah, y menos mal que un semi analbafeto no es un fabeto anal! Sí, menos mal. Otra: Pretender pontificar tras el celofán de una ciencia siempre manipulable es una treta vulgar. Y otro sí: el palabro ‘Maó' es un colonialismo puro y duro. La historia, la madre de todo, nos enseña que Magón mutó en Mahó y luego vinieron los siglos, los liberales ‘british' y los nuestros y sumó una n: Mahón. Elemental querido amigo.cat.
6- Artículo 3-1 de la vigente Constitución: «El castellano es la lengua española oficial del Estado. Todos los españoles tienen el deber de conocerla y el derecho a usarla». Promocionar Babel es reaccionario, decadente y ridículo.