¡Ay de los amados líderes! Angelitos. Se acusan con tal convencimiento y vehemencia de ser mentirosos compulsivos que no tenemos más remedio que creerles. Es en esa acusación mutua cara a cara, forzando su naturaleza y sin que sirva de precedente, cuando dicen por fin la verdad. Loado sea el señor.
Una excelente metáfora del comportamiento de amado líder canónico la aportaba la ministra de energía Teresa Ribera durante su participación en la cumbre de la Unión Europea sobre el cambio climático. La pava se desplaza en jet y limusina a la cumbre, pero los últimos metros los recorre en bicicleta ¡Esta es la actitud, ministra! Ésta la música que encandila a los creyentes, éstas las maneras de quien debiendo dar ejemplo opta por hacerlo a su manera.
Mientras tanto, los fans de los principales líderes en lid, ajenos a los detalles menores, se intercambian memes por wasap con los documentos gráficos que muestran impúdicamente las amistades peligrosas que ambos mantuvieron en ciertos momentos delicados (con narcotraficantes el uno, con terroristas el otro). Para éstos turbios asuntos del pasado encontramos con frecuencia en la hemeroteca trazas de verdad; es por este motivo tan peligrosa (la hemeroteca, no la verdad, que bien pensado también tiene su riesgo). Lo advierto para quienes padecen intolerancia severa (a la verdad, no a la hemeroteca, que también los hay).
Estos días he conocido otro detalle enternecedor que me afianza en el cariño y respeto que siento por nuestros gobernantes. Se refiere a uno de los infinitos chiringuitos que humilde y solidariamente costeamos con nuestros impuestos (recordémoslo siempre: no es magia). Se trata en este caso de un aljibe donde vierten sus subvenciones diversos organismos públicos mecenas de listillos (sigue sin ser magia). Concretamente este emblemático ejemplo de virtud y oportunidad lo abandera la elegante Leire Pajín. Bautizado el creativo pesebre con el bellísimo nombre de REDS, confecciona con la pasta que cae en su amplio depósito un equipo de expertos (o lo que sean), variopintos informes muy interesantes y útiles. Uno de ellos (creo que este costó alrededor de 20 mil pavos, una minucia en todo caso) se titula (agárrate a la barandilla, estimado lector) «Actividades de impulso a la dimensión cultural de la agenda 2030».
Hay un tipo muy gracioso en YouTube que leyó para quien quisiera escucharlo (yo entre otros; estaba desvelado) una parte del informe. Obviando que dicho «trabajo» no lo habrá leído ni quien autorizó la subvención aclararé que era tan perfectamente pretencioso como prescindible, recalcitrantemente intrincado a la vez que vacuo. Los hermanos Marx lo habrían hecho más divertido pero no más largo. Ridículo desde cualquier punto de vista. Y oneroso. Ya lo creo: ganar 20.000€ limpios me cuesta (y posiblemente le cuesta también a usted, aunque sea fan del equipo proveedor de chiringuitos) muchos meses de curro, preocupaciones, incertidumbres…
Opino humildemente que no sería del todo malo que hiciéramos saber a los amados líderes (cada cual con los medios a su alcance, yo a través de esta columna, otros a través de sus votos o poniendo pancartas en lugares visibles) que no mola que destinen el fruto de nuestro esfuerzo fiscal a chorradas, a autobombo, a comprar votos con regalos indiscriminados, a crear puestos donde no se necesitan, a dilapidar recursos en general.
La situación en la que nos encontramos, y créanme que mucho me pesa, es jodida, ya que debemos elegir entre caca con sabor a chocolate o chocolate con sabor a caca. Rompe neuronas el dilema. Una aproximación que se me ocurre a tamaño compromiso es establecer prioridades. Quizás sea saludable que el traicionero pague su traición (o cambio de criterio,como se puede llamar ahora) con la esperanza (naïf probablemente) de que quien corone (que necesariamente mirará por sus intereses, no los tuyos, tengamos claro este concepto) tome nota de que la mentira se paga, o te arriesgas a pagarla si eres demasiado descarado cuando la practicas y tus votantes potenciales no son tan idiotas como suponías.
Con la nariz tapada, eso sí.