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Encontrarte un cadáver durante tus vacaciones no es bonito. Ni en Menorca, ni en Tailandia ni en Maldivas. Supongo que es mejor encontrarte delfines, que la cena te salga gratis o hacerte un selfie con tu deportista favorito. Por eso, la turista que se cruzó con el cuerpo sin vida en el Arenal está que trina y ha pedido una indemnización a no sé muy bien quién porque el muerto, dice, le ha fastidiado la desconexión en la Isla. Pues menos mal, porque si llega a pasear por Ciutadella durante la madrugada de Sant Joan, con tanto zombie adolescente alcoholizado, del susto pide que le pague la Universidad a toda la familia.

Yo entiendo el disgusto que puede suponer tremendo hallazgo y que te puede llegar a provocar que, tras el running mañanero se te quiten las ganas hasta de inflarte a salchichas, judías y huevos en el bufet, y que los consiguientes litros de sangría o de cerveza no entren con el mismo brío. Incluso la asquerosa crema solar de coco que lo impregna todo y que, por lo visto, funciona más bien poco, huele distinto con el mal cuerpo que se te queda.

Señora, el fallo fue sin duda suyo por salir a correr tan de mañana, que no debe ser bueno para la salud, o del muerto por morirse, tremenda desconsideración, ¿verdad? No tendrá uno cosas mejores que hacer... Luego, la culpa fue de los servicios de limpieza, darling, que me imagino que no supieron si poner el cuerpo en el contenedor de los plásticos, de los cartones o de lo orgánico... y por no incurrir en terrorismo ecológico (que el tema está complicado) pensaron que las gaviotas echarían un cable o un pico, y también se pusieron exquisitas, oye.

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En definitiva, fue un complot. Y por eso es normal que la mujer pida una compensación que lo arregle todo. Ya se sabe que el dinero no da la felicidad, pero yo no he visto a nadie con unas vacaciones por la cara triste. ¿Te imaginas que lo hiciese porque es una trepa de mucho cuidado? Válgame el señor... damunt un ruc.

Bromas aparte, qué poca vergüenza tienen algunos individuos. Tienen más cara que espalda y lo triste es que hay un tanto por cien que les escucha y otro tanto por cien que les hace caso.

Si nos ponemos así, yo también pido una indemnización por esos paseos por el Carrer Nou con las tripotas al aire, por la falta de educación y de formas, y por el ruido que a veces tenemos que aguantar, independientemente de la nacionalidad. ¡Qué chollo! De junio a septiembre viviríamos indemnizados.

dgelabertpetrus@gmail.com