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¿Cómo lo llevan, queridos lectores? Ya sabemos que nuestra Menorca no para de batir récords, eso podría ser guay por un lado y una tremenda mierda por el otro. Si hablamos de drogas en el Mediterráneo a todos se nos viene a la cabeza Eivissa, que me perdonen los habitantes de la isla hermana pero eso es así desde la época de los hippies hasta las fiestas de inauguración de las discotecas Pachá o Amnesia, de hecho en agosto del año pasado la Guardia Civil incautó en Sant Josep y Sant Antoni el mayor alijo de cocaína rosa del país. Pues bien, Menorca ha batido el récord de drogadicción temprana porque resulta que hace unos tres mil años, en la Edad de Bronce, los habitantes de nuestra Isla se ponían hasta el culo de atropina, escopolamina, efedrina y demás sustancias alucinógenas. Así lo demuestra el análisis de uno de los mechones de pelo encontrado en la cueva de Càrritx. Y además este hallazgo es la primera evidencia directa del uso de drogas en Europa. ¡Chúpate esa, Eivissa!, cuando vosotros ibais nosotros ya volvíamos.

Si ya había quedado más que demostrado -a pesar de lo que diga mi palmesana amiga Coloma- que los menorquines tenemos las mejores ensaimadas del mundo y las mejores sobrasadas de la Tierra, ahora se ha hecho evidente que somos pioneros en el consumo de estupefacientes. Tal vez, al ritmo que crecen los visitantes con trazas de «soy más pijo que Tamara Falcó», dentro de poco también se incautará en Menorca el mayor alijo de cocaína rosa, junto con unos cuantos kilos de caviar de beluga traído por las mafias rusas. Creo que las pocas vacas que nos quedan nos miran con cara bobalicona mientras piensan: «mira tú que no nos iba tan mal cuando en Menorca había más payeses que ‘cayetanos'».

Pero no nos pongamos nostálgicos, para eso ya está la nueva hornada de fachas, miremos al futuro con la esperanza de que pronto todo el mundo tomará conciencia de que los recursos naturales no son infinitos y se pondrá cordura y sensatez a este consumo desaforado donde nos entregamos sin fisuras al dios dinero, y entonces habrá un movimiento solidario que moverá los cimientos del sistema y todos, todas y todes viviremos en un mundo con ríos de miel, cataratas de azúcar y arco iris de caramelo…y este párrafo deja muy clarito que hay que tener mucho cuidado con el consumo de alucinógenos.

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El personal se está drogando mucho, se toman todo lo que producen Pablo Escobar y Walter White juntos. Hace unas semanas la policía llevó a cabo en Menorca la operación Grillo y requisaron cerca de un kilo de heroína, pero es que además de las drogas ilegales el consumo de ansiolíticos como Alprazolam, Lorazepam y Diazepam también bate un récord tras otro. Se están consumiendo pastillas como si fueran Lacasitos.

Igual es que desde la Edad de Bronce, o ya antes, la realidad para muchos era un sufrimiento que lo flipas, y deciden evadirse con cualquier cosa que les quite dolor. Quién soy yo, desde la cómoda silla de mi ordenador, para juzgar a los que sufren, en todo caso juzgo a los que gozan con el sufrimiento ajeno, porque sé que es una guerra sin cuartel: o aumentan aún mas sus privilegios acrecentando nuestros dolores, o les frenamos en seco obligándoles a repartir el pastel para ganar un poquito en igualdad, esa es la única batalla que importa, y para librarla hay que estar muy lúcidos. Desde mi lucidez cervecera propongo el hashtag «apadrina una vaca lechera» y «No milk cows. No future» para la campaña internacional. Lúpulo y feliz jueves.

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