Coger un avión rumbo a Barcelona un 9 de septiembre me lleva, irremediablemente, a la época universitaria de hace ya casi 20 años. A estas alturas ya sabes que detesto volar, que me aferro a cualquier cosa cuando las obligaciones me llevan a un vuelo y esta vez ha sido escudriñar las miradas de ilusión de aquellos que dejan la Isla quizás por primera vez para comerse, si el universo les deja, la Ciudad Condal.
Barcelona me enseñó y de Barcelona aprendí, mucho más allá de las aulas. Fueron 4 años en los que exprimí cada segundo para convertirme en el proyecto de lo que luego fui para llegar a ser lo que quiera que sea «de mayor». Recuerdo las lágrimas de mis padres, que ahora entiendo mejor, así como ese principio de angustia que inevitablemente lo tiñe todo.
La cara y la mirada que tenía en esos días especiales se la he visto este viernes a los jóvenes que emprendían un vuelo mucho más alto en busca de sus sueños. Qué corto se les hará, ¿verdad?
Mi Barcelona se parece muy poco a la Barcelona que ellos encontrarán y puede que esa sea una de las primeras lecciones de vida. Todo pasa, todo cambia, todo fluye permanente y debemos ser capaces de amoldarnos a esos cambios que nos encontraremos porque si esperamos que la vida, el universo, el karma o en lo que quiera que creas se adapte a nosotros, estamos jodidos. Papás y mamás, tranquilos, lo aprenderán.
Septiembre siempre ha sido sinónimo de cambios y de nuevos objetivos y siempre lo hemos llevado de la mejor manera o, como mínimo, hemos sobrevivido. A veces con agujetas, si el reto era empezar en el gimnasio, o pasando hambre si nos hemos puesto a dieta, pero poco más. Incluso sueño, si las clases eran un rollo.
Lo peor del septiembre es el otoño, ya sabes que lo detesto, y lo mejor es que estamos a solo 9 meses de que regrese mayo. Aunque a estas alturas no quiero que tenga prisa por llegar, prefiero que se tome su tiempo.
¿Ves? Lo he vuelto a hacer. Como no me gusta volar me he pasado el vuelo contándote estas líneas para despistarme un rato. Creo que el muchacho que tengo al lado te lo agradece, así no le he soltado la chapa a él y dejo que disfrute de su momento.
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