¿Cómo están, queridos lectores? Como cada jueves, espero que lo mejor posible. Y si no, piensen que a pesar de los pesares ya estamos respirando otro junio. Y ya saben que el único superpoder que queremos es el poder de «estar», porque mientras estemos se nos va a escuchar. El resto de los superpoderes se los dejamos a Marvel, a DC y a toda la mitología griega, donde los dioses, arquetipos humanos, se lo pasan pipa montando orgías en el Olimpo, menudo tiparraco Zeus.
El temita que me ronda estos días por la cabeza es el de la falta de camareros. Ya están los bocachancla diciendo que faltan camareros, y camareras, por culpa de que la gente tiene muchas paguitas y prefieren estar en su casa viendo Netflix que ir a currar. Claro que sí, guapos, claro que sí, intelectuales de las diarreas ideológicas del capitalismo más salvaje, va a ser eso. Joder, no se les cae la cara de vergüenza porque la tienen de hormigón, si fuera por esta gente aún creeríamos que la Tierra es plana, que al hombre lo creó un dios, que las sanguijuelas son lo mejor para curar enfermedades, que el marido tiene derecho a pegar a la mujer porque le pertenece y que el rey es campechano y trajo la democracia a este país.
Porque obviamente, alguien renuncia a ser camarero por vagancia, no porque que curren 70 horas a la semana por 700 euros, no porque no se les reconozcan las horas extras ni la nocturnidad, no porque sea imposible compaginar vida familiar y laboral, no porque descansen sólo un día a la semana o ninguno, no porque el ritmo de trabajo sea salvaje y en muchos sitios en ambientes cuartelarios, rollo ¡chef, sí chef! como si le estuvieran hablando a Clint Eastwood en la película «El sargento de hierro». Los camareros no quiere ir a currar por perezosos, no porque tengan que pringar todos los fines de semana, festivos, y demás fiestas de guardar y por lo tanto vean a sus hijos en foto, o queden con sus amigos un miércoles por la mañana que es cuando todo el mundo libra, o porque en la hostelería se sabe la hora de entrada, pero nunca la de salida. Si es que a más de uno se gana a pulso que le escupan en la cerveza por su falta de respeto al colectivo de camareros, y a todo el personal de hostelería.
Venga, una sorpresa, sabían que las empresas que contratan camareros y les dan dos días libres por semana, les respetan la jornada semanal de 40 horas, les dan un fin de semana libre de cada tres, les dan formación en prevención de riesgos laborales para que no se jodan más la espalda, les meten todo el dinero en nómina para que coticen y no pagan en negro, y además, les tratan con profesionalidad y respeto, no tienen ningún problema para encontrar camareros, es más, tienen currículos esperando, currículos de gente que huye de los sistemas de esclavitud a los que otros les quieren someter. Si para que tu negocio sea rentable tienes que tener trabajadores explotados, es que tu negocio es una mierda, y se asemeja a las plantaciones de algodón de la época esclavista en EEUU. Pero saben qué es lo más gordo, que los que predican eso de «hay que trabajar más cobrando menos» no han pegado un puñetero palo al agua en toda su triste vida de explotador.
Así que a mis héroes y heroínas, los camareros y las camareras, ni tocarlos, en sus manos dejo la importante misión, entre otras, de tirar bien las cañas, y como se mosqueen y nos manden a todos a la mierda, nuestra vida será mucho más triste. Salud camareros y camareras y feliz jueves.
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