Hay quien no encarga comida al restaurante chino o la pizzería de turno sin antes leer las opiniones de los internautas. Imagínense si se trata de acudir a un restaurante en el que el cubierto es de precio más elevado. Antes echarán mano al teléfono móvil y rebuscarán lo que otros clientes opinan sobre todo lo opinable: el servicio, el idioma en el que le atendió el camarero, si los platos llegaban calientes, o si el vino era peleón. «La gente lo pone bien» es la frase que dará luz verde, o por el contrario, «tiene muy malas opiniones» será la que echará por tierra cualquier esperanza del negocio en cuestión. Ya está, así de simple para muchos consumidores, especialmente entre las nuevas generaciones. Plataformas como Tripadvisor sustituyen a la tradicional transmisión de información entre personas, el boca a boca de toda la vida, la recomendación basada en la experiencia que siempre ha generado más confianza que la publicidad de la propia empresa. Pero como todo con internet se ha desbordado. Los restauradores se quejan. Claro, es que hoy día además de trabajar, llevar su negocio y, fundamentalmente, cocinar bien y satisfacer a sus clientes, si quieren mantener su reputación virtual y controlar todo lo que se publica en la red necesitan otra jornada, no les da la vida para tanto.
Vía libre
Un arma de doble filo
01/10/19 0:49
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