La superstición es una creencia ilógica que supone que algunas obras, objetos o números pueden traer suerte o desgracia. La brujería es asimismo una creencia en una realidad invisible, a menudo calificada de diabólica, a la que quien la practica queda atado, y suele usarse para dañar a alguien, para tomar venganza, para enamorar, para conseguir poder, para invocar muertos, para desencadenar calamidades y para resolver problemas obsesivos. Mientras que la brujería surgió en el ámbito rural, la hechicería es un producto de las ciudades, ya desde la Antigüedad. Brujería y hechicería utilizan medios ocultos que se supone que superan los poderes humanos, con la ayuda del demonio. Ambas practican rituales, usan sustancias alucinógenas y fetiches, pronuncian hechizos y se relacionan con la magia negra, que se define por la supuesta realización de maleficios ideados para infundir daño. Todo esto me lleva a comentar la noticia de que un tribunal de Malaui condenó no hace mucho a muerte a un hombre por asesinar a un joven albino. Ocurre que los albinos son objeto de ataques en el Congo, Tanzania, Mozambique y Sudáfrica por la creencia de que utilizar partes del cuerpo de estas personas favorece los rituales de brujería. Se llegan a pagar grandes sumas de dinero por huesos, cabellos o extremidades de albinos y se han detenido centenares de curanderos por estas prácticas. Esta aberración ha alcanzado índices preocupantes en esos países pobres, donde se pagan tres mil euros por la extremidad de un albino o sesenta mil por un cuerpo entero.
Les coses senzilles
De noche barren las brujas
20/05/19 0:20
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