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Los filósofos dicen que «El Ser se dice de muchas maneras», Heidegger, sin embargo, insiste en llamarle Ente: hay que distinguir, dice, entre el verbo y el participio del verbo. Sea uno u otro, modulan los egos, como se viene platicando en esta columna. Y uno de los más usufructuados es el neurótico, que se manifiesta con signos de desorganización psíquica. El diagnóstico  me lo endosó por primera vez el médico adscrito al Seminario de Palma cuando yo tenía 12 años (el Seminario ha sido el lugar más lúgubre, moral e  intelectual, que he sufrido en esta vida, estancia en los   cuarteles incluida).  Diagnóstico  que no entendí cabalmente pero que intuí como cosa desagradable, algo vergonzosa. Fue mi bautizo…

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Años más tarde, y en París cómo no, recibí la confirmación … Una noche sentada a mi lado en un teatro, conocí a una señora ya mayor (tendría más de 7O años) que resultó ser psiquiatra (había estado de vacaciones en Mallorca) y, a la salida, conjeturando que yo llevaba poco dinero, ella me invitó a una cena fría, en un restaurante de lujo frente a la Comédie Francaise. Fue una velada muy espiritual, l'esprit français, voyons, y entre otras cosas muy sugerentes me dijo:  «Les hommes et les femmes, surtout en Europe, se divisent en deux classes :  les névrosés  et les médiocres».

Después de aquella sofísticada velada, me reconcilié  con mi  neura,  que, intermitentemente, no me ha abandonado nunca…