01/06/16 0:00
Tengo que suponer que los genes por los que me auto-atribuyo lo de letraherido venían de muy lejos: en casa solo había dos misales muy manoseados los dos, mis abuelos eran los cuatro analfabetos, pero, eso sí, mi padre leía el «ABC», que le prestaba su amigo el farmacéutico del pueblo, cuatro o cinco días después de su llegada. (A veces he escrito que toda mi cultura era de crucigrama: el del «ABC» era muy bueno…) Muchos años más tarde, en París precisamente, el farmacéutico del pueblo me recordaría a monsieur Homais, su famoso colega en «Madame Bovary»...