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Sí, en EEUU las primarias siguen con regularidad rutinaria todos los martes, como si fueran parte de una liturgia. Es como las colas que se forman cada miércoles ante la iglesia de la Santa Cruz en Madrid para pedir ayuda a San Judas Tadeo. La diferencia está en que los que acuden a San Judas salen con esperanza de conseguir lo que han pedido, mientras los que contemplamos las primarias estamos cada vez más desesperanzados.

Lo que parecía un chiste hace unos meses, el que Donald Trump fuera el candidato a la presidencia por el Partido Republicano, es cada vez más probable y ahora ya nadie se ríe. Trump se ha quedado como el único candidato en las primarias republicanas con gran desesperación por parte de los líderes del propio partido.

El excandidato republicano Ted Cruz
El excandidato republicano Ted Cruz

Durante meses los líderes republicanos han intentado toda clase de maniobras para desbancar la candidatura de Trump, pero uno tras otro sus oponentes han tenido que retirarse dejando a esos líderes perplejos sin saber qué hacer. Aún es posible alguna maniobra durante la convención republicana, pero es muy difícil que tengan posibilidades de éxito.

Algunos de esos líderes ya han dicho a regañadientes que apoyarían al candidato elegido. Otros todavía no se han manifestado en favor o en contra. Unos pocos han dicho que prefieren votar por Hillary Clinton. Esto es algo nunca visto. Parece que incluso algunos republicanos están maniobrando para sacar un candidato independiente que pueda representar los votos de los simpatizantes del partido que están en contra de Trump, pero tampoco parece que esta opción pueda tener éxito.

El problema grave para los republicanos es que la ideología de Trump tiene poco que ver con la ideología del partido. Es como si Mario Conde hubiera ganado las inexistentes primarias del PSOE. Una de las secciones de votantes republicanos que están más descorazonados con esta situación son los cristianos evangelistas.

Los evangelistas han tenido en los republicanos unos defensores de algunos de sus principios, como la lucha contra el aborto y contra el matrimonio homosexual. Ahora no hay ningún candidato que defienda estas posiciones y se encuentran que no tienen a quien votar.

Hasta ahora el candidato preferido por esos grupos evangelistas era Ted Cruz, senador por el estado de Texas. Las declaraciones públicas de Cruz tienen un sabor reminiscente de las declaraciones que periódicamente suele hacer el obispo de Alcalá de Henares. Prohibir el matrimonio homosexual y cerrar la clínicas de planificación de la maternidad eran objetivos de este personaje.

Al extenderse cada vez más la legalidad del matrimonio homosexual ha hecho que se enconen más estas posiciones. Se ha llegado el caso de un tejano que para demostrar lo erróneo que es ese tipo de matrimonio ha pedido casarse con su ordenador personal. Yo puedo entender algo de esa perspectiva ya que tengo una relación sentimental profunda con mi ordenador. Además veo una ventaja, cada dos años lo puedes cambiar por uno más joven. Veremos qué decide la justicia tejana sobre ese matrimonio.

Pero a pesar de su fuerte base evangelista, Ted Cruz se ha retirado de la carrera presidencial. No tenía forma de alcanzar a Trump. Cruz aún no se ha pronunciado sobre si lo apoyará. Mucha simpatía no le puede tener después de los ataques que le hizo Trump.

Así que ahora hay que esperar la convención republicana de junio para ver qué pasa finalmente con la candidatura presidencial. La convención del partido demócrata puede ser igualmente interesante. En el caso de este partido todavía la situación no es clara.

Hillary Clinton tiene aún ventaja sobre Sanders, pero últimamente Sanders ha ido ganando primarias. Si él llegara a alcanzarla la situación sería difícil ya que el partido demócrata, a parte de los delegados que se ganan en las primarias, tiene los superdelegados. Estos representan a la estructura del partido y la mayoría están a favor de Clinton. Si ellos son los que deciden al final quién es el candidato presidencial, la cosa será muy poco democrática para los del partido demócrata.

Las convenciones de los dos grandes partidos pueden ser un gran espectáculo esta vez. Lo peor es que después de las convenciones habrá que votar y el panorama de candidatos no va a ser en ningún caso muy atractivo.