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La ciudadanía cumplió con su deber cívico acudiendo a votar el 20 de diciembre de 2015 y cuatro meses más tarde, nuestros políticos no han sido capaces de ponerse de acuerdo para formar un gobierno y salvo un milagro, vamos de nuevo a las urnas. La ciudadanía, estupefacta, se pregunta qué se puede esperar de una clase política que se ha mostrado completamente fracasada para solucionar un problema que les ha tenido ocupados cuatro meses. Un único problema ha bastado para mostrar su debilidad para ser una clase política capaz de pactar entre sí para trabajar para la ciudadanía. Su impotencia, su incapacidad estrepitosa, no es debida a su más que discutible torpeza política porque en puridad lo que han hecho no ha sido negociar entre sí para buscar lo mejor para la ciudadanía; no han negociado para corregir la abundante y afrentosa corrupción que lo empuerca todo; no han negociado para corregir la orfandad de derechos laborales que deja tras de sí el gobierno Rajoy.

Los antiguos partidos y los nuevos han negociado en clave de poder, de su poder como partido y eso y no otra cosa es lo que ha captado la ciudadanía, sus interese antes de los interese del pueblo. Y ahora, como si aquí no pasara nada, nos llevarán de nuevo a las urnas. ¿Cuántos millones nos ha costado la inútil votación del 20-D? ¿Cuántos millones nos va a costar la próxima campaña electoral? ¿Qué han hecho en el Parlamento durante estos meses? ¿Qué nos ha costado?

¿Han pensado ustedes, señores políticos, que se van a encontrar precisamente gracias a ustedes, con un electorado desencantado, frustrado y profundamente apático que siente cada vez menos empatía hacia la política y los políticos? Un electorado que no comprende que sea público que tres empresarios han declarado que pagaron verdaderas cantidades astronómicas para financiar las campañas del PP y que no pasa por eso absolutamente nada. Parece que aquí ya vale todo. Un electorado que nos sabe qué hace la exalcaldesa de Valencia detrás de un visillo, ni qué hace en el Senado, que además sin ir apenas, no se la sanciona por absentismo laboral y probablemente encima cobrando 6.000 euros al mes.

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Tenemos la economía con el suero puesto, sin haber salido de la UCI y ustedes discutiendo si son galgos o podencos. Arremánguense de una vez y pónganse en la peonada de ser útiles a los ciudadanos que les pagan el sueldo en vez de disputarse despachos en los ministerios. Muchos, muchísimos ciudadanos les importa cada vez menos de qué color sea el gato, lo que de verdad les interesa es que cace ratones. Cambien ustedes corruptos por ratones y políticos por gatos. ¿Por qué han tardado cuatro meses en saber lo que muchos ya sabíamos desde el 21 de diciembre? Que no era otra cosa que su presumible incapacidad para ponerse de acuerdo y así ya lo publicamos entonces en estas mismas páginas.

No tengo ni la más remota idea de lo que va a pasar en las urnas en el mes de junio pero tengo clara la percepción que para gobernar habrá que pactar. En cualquier caso, si volviera a ganar el PP, después de lo de Madrid, Balears, lo del levante, especialmente Valencia, y esas sospechas ya públicas de financiación ilegal, sería para hacer un estudio en profundidad porque después de los hechos conocidos de corrupción, para una mente normal es difícil asumir que un partido así pueda ganar unas elecciones.

No quiero dejar sin decir para terminar que el votante, después del desastroso ejemplo que han dado los políticos durante estos cuatro meses, castiguen con su absentismo en las urnas a unos políticos que además durante lo que dure la campaña se la pasarán culpándose mutuamente de no haber sido capaces de formar gobierno y tendrán razón al culparse de incapaces.