Seguro que la mayoría de ustedes, queridos lectores, ha perdido algunos ratos de su vida usando Google Earth, hay que reconocer que el programa engancha. Lo primero que solemos buscar es nuestra casa, nuestro entorno, usarlo aquí en nuestra Menorca es una pasada, es como un vuelo a vista de dron. Después nos dedicamos a buscar los lugares más famosos o emblemáticos del mundo, nos damos una vuelta por la Torre Eiffel o el Taj Mahal. El siguiente paso es irnos hacia sitios remotos o exóticos a los que seguramente nunca podremos ir, pero que fantaseamos con visitar algún día, alguna isla del Pacifico o una vuelta por las antípodas. Por último lo usamos para encontrar algún sitio al que queremos ir usando también el increíble Street View. Le dé el uso que le dé a esta herramienta de Internet, el comentario que siempre surge después de un rato haciendo el voyeur por el mundo es: si con este programa, que es gratuito, podemos ver lo que vemos, imagina lo que tendrán los gobiernos para vigilarnos, no te puedes sacar un moco sin que te vean, se acabó el anonimato.
Sin embargo, y aunque parezca paradójico, en una sociedad donde estamos hiperconectados y vigilados, y donde además colgamos en Facebook, Twiter, Instagram, o cualquier otra red social, toda nuestra vida privada con detalle, podemos estar más solos que nunca. Y no me refiero a casos exóticos como los Hikikomoris japoneses, ya saben esas personas que viven aisladas en sus habitaciones sobreviviendo solo con una conexión a Internet, me refiero a personas que pueden literalmente morir solas sin que nadie se entere. Y no en países en guerra, o en las frías aguas del mar cuando se hunde el cochambroso bote con el que huyen del las bombas y la miseria, que también, me refiero a casos patrios muy cercanos. Aunque quizás eso de estar siempre donde no se está sea más antiguo de lo que creemos, durante siglos unos cuantos estaban empeñados en que tuviéramos la cabeza en el más allá, y fuéramos sumisos y resignados en le mas acá, decían que no nos preocupáramos por tener una mierda de vida porque lo bueno ya llegaría. A la esperanza de una vida mejor en otro mundo, en otra dimensión, algunos lo llaman cielo, otros lo llaman Internet. Mira, acabamos de conjugar sin pretenderlo ciencia y religión, a este paso explicamos lo de la Santísima Trinidad en lenguaje binario y después lo tuitaremos en 140 caracteres, vaya por dios, o por Bill Gates, yo ya fundí los 3500 de este artículo. Fue un placer este ratito en su compañía.Con derecho a réplica
El más acá
31/03/16 0:00
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