Josep tiene 14 y la vida es un asco. No sabe porqué pero desde hace unos años su día a día se le ha ido complicando de un modo que no alcanza a entender. Antes, las risas y las sonrisas ganaban por goleada a las broncas, el colegio era más divertido, pasaba más tiempo con sus padres y lo único que le preocupaba era llegar a tiempo a casa para poder ver los dibujos animados. Ahora, la verdad, todo es distinto. Más triste. Más feo. Josep no es feliz pero está convencido de que eso no le importa a nadie.
Josep no es tonto y sabe que papá y mamá se gritan mucho, sobre todo cuando se piensan que él no los puede escuchar. Parece como si trabajasen muchas más horas porque pasan muchas menos en casa. No los ve tanto y echa en falta que alguien se siente con él a hacer los deberes. Hay muchas cosas nuevas que no entiende y como no lo puede hacer solo, directamente ni lo intenta. Sabe que el profesor se enfada, le pone mala nota pero tiene miedo de contar lo que realmente pasa y piensa, desde su inocencia más pura, que en algún momento la situación se arreglará y todo volverá a ser como antes.
Josep no está tranquilo. Su cuerpo está cambiando y nadie le explica porqué. No lo entiende y esta situación lo mismo le enfada que le pone muy triste. Antes era el más alto de la clase pero sus compañeros en el instituto han crecido, superándolo y ahora tienen más fuerza pero a él, en lugar de eso, le salen unos granos asquerosos y las niñas de su clase, en especial la que antes era su mejor amiga, Lara, se burlan de él.
Se enfada, se siente solo y se pasa las clases buscando una solución a su problema en lugar de estar atento a la lección. El profesor se enfada mucho más y los ceros se multiplican. Le gustaría contárselo a sus padres pero o no están en casa o cuando están parecen tan enfadados que no quiere molestarles ni meterse en líos. Se encierra en su mundo y le da igual lo que sucede a su alrededor. «Déficit de atención», le dice el tutor a sus padres, una expresión cuyo significado Josep no entiende. «Todo se ha vuelto tan difícil», razona para sus adentros el joven.
Josep está horrorizado. Va a suspender todas las asignaturas y tiene miedo a decirlo en casa. No le gusta esta situación, en el colegio hacía los deberes todos los días porque sus padres siempre encontraban el momento para ayudarle pero ahora está solo, nadie tiene tiempo para él. Ahora piensan que es tonto o que no es suficientemente listo y eso lo molesta porque nadie se toma la molestia de preguntarle cómo se encuentra y sus padres están desesperados porque aseguran «nos matamos a trabajar y no sabemos qué más podemos hacer».
Josep no sabe que lo mismo le pasa a Laia, a Miquel, a María, a Toni...
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