VIERNES, 6
Algún que otro intercambio de pareceres (la cursiva viene a cuento porque esta expresión me recuerda al asociacionismo tardo franquista, previo a la transición de la que ayer nos hablaba Josep Pons Fraga en el Ateneo), sobre unos temas espinosos: el de la cadena perpetua y leyes especiales contra terroristas, con cuya nueva legislación algunos de mis interlocutores se muestran plenamente de acuerdo, de hecho creo que son mayoría...
Pero no lo puedo compartir por diversos motivos, el primero de ellos de índole moral, de alguien educado en el Nuevo Testamento y no en el Antiguo. Me enseñaron la ética del perdón y cierto sentido de la fraternidad universal y no la Ley del Talión, y creo sinceramente que tanto la pena de muerte como la cadena perpetua responden más a esta última, demandan más venganza que justicia. Pienso también que el Estado no puede ponerse a la altura de los malhechores y por último hay una razón instrumental: no se ha probado el efecto disuasorio de estas penas extremas. Además, creo que el fenómeno del terrorismo yihadista es más un asunto de servicios de inteligencia y cooperación internacional que de legislaciones ad hoc.
Dietario
Penas desmesuradas
Algunos lectores me hacen llegar su inquietud por la hipotética llegada de Podemos al poder
14/02/15 0:00
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