Alarmante declive socialista en las últimas elecciones. El socialista Ramón Rubial, si la memoria no me falla, tiene un busto en el Parlamento, ignoro por qué méritos pero lo considero justificado aunque solo fuera por cuando acertó a decir que «para los cargos de responsabilidad habría que elegir a los mejores y luego vigilarlos como si fueran los peores».
Si le hubieran hecho caso, ahora no estaría el PSOE en tan deplorable estado. Nada hay peor para un partido en la oposición que ver que a pesar de no tener ningún desgaste por no gobernar (y eso en el PSOE es en la actualidad rigurosamente cierto) que vaya, no obstante, perdiendo aforo en la intención de votos.
Que eso le pase al PP que está gobernando a golpe de ocurrencia, dejando de lado el programa electoral con el que ganaron con mayoría absoluta, pues sería normal; que le pase a un partido que cuando pronuncia lo de la reforma laboral hay que interpretarlo como reducción de salarios y pérdida de derechos laborales, es lógico.
A los empresarios, piensa el PP, que no hay que reformarles nada, faltaría más. A los trabajadores, sí, hasta reducirlos a mano de obra barata, asustada, manipulable y por ende manejable. Ahí sí es lógico que vean reducirse sus opciones de triunfo en las urnas. Pero que ese declive le pase en la oposición al PSOE es algo que debería servir para ponerse a pensar muy en serio en su presente y en su futuro.
Quizá no sería mala cosa plantarse ante el busto de Ramón Rubial y preguntar: Maestro, ¿qué estamos haciendo mal?