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Te parecerá una tontería, amigo lector, pero me siento invencible. Sucede que cada cierto tiempo valoro mi día a día, mi aquí y ahora, y le echo un pulso a la rutina. Analizo qué hago, qué me apetecería hacer y hasta dónde quiero llegar. Es entonces cuando me planteo, una vez más, la vida como una auténtica aventura. Como un guión por escribir, como una canción sin terminar. Y le pongo solución.

Los que me conocen saben que para mí la vida es una película por vivir y que mi obsesión es exprimir cada segundo como si de él se desprendiera el elixir de la vida eterna sazonando cada instante con la ilusión de un novato. Me acabo de sacar el título de Patrón de Embarcación de Recreo y cuando empecé el curso no tenía ni puñetera idea de cómo funciona un barco.

Lo que sí que tenía muy claro es la sensación que me inunda cada vez que estoy en el mar. Ya sea navegando, simplemente en una playa o en un rincón de rocas escondido y alérgico a las pulseras del todo incluido, los calcetines con chanclas y el ungüento apestoso de aftersun de coco. Sucede, que soy feliz. Entonces, en lugar de contentarme con eso llegué a la conclusión de que aunque no tuviera ni pajolera idea de navegar, me sacaría el carnet de barca para surcar, como mínimo, uno de los siete mares. El que me queda más cerca, claro, tampoco es cuestión de venirme arriba y que Salvamento me tenga que venir a buscar del Caribe. Sortiria cara sa broma.

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Si Internet no me hace la pirula, te estoy escribiendo desde la cubierta de «Elsa», un llaüt de más de siete metros propiedad de mi amigo Pere Puig en el que debuto como un lobo de mar perdido a mitad de camino entre la nada y el olvido. Ahora te escribo a ti y probablemente en un rato teclearé cuatro tonterías de una historia que estoy inventando y que, a diferencia de «Elsa», nunca llegará a buen puerto.

Escribo orgulloso de mi última victoria personal. Todavía deleitándome con el delicioso sabor que te regala el éxito cuando lo abrazas. Puede que para ti sea una chorrada pero para mí es un nuevo capítulo del libro que estoy viviendo. De la historia que estoy compartiendo. ¿La titulamos? «Y pese a todo, es feliz». Por ejemplo.

dgelabertpetrus@gmail.com