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VIERNES, 9
Recojo testimonios de la charla de Iñaki Gabilondo. Me choca la referencia a las caras de asombro en la sala cuando expuso una verdad incontrovertible: la objetividad pura no existe. Todos partimos de unos planteamientos ideológicos y ello no es bueno ni malo sino simplemente es. Lo sustancial es que esas premisas, que no hay por qué esconder, no te hagan deformar la realidad y convertir tus opiniones en panfletos monocordes. La objetividad pura no existe, no, pero quienes disfrutamos del privilegio de un espacio público de opinión debemos obviar el sectarismo, el juicio peregrino y la descalificación gratuita.

Por ejemplo, en el caso de la senadora Juana Francis Pons, qué fácil es ventar y qué complejo analizar y desmenuzar una postura tan controvertida como difícil de sostener y nada cómoda para ella. ¿Mejor esperar el estudio de impacto ambiental de la comisión ministerial como propugna la senadora para parar las prospecciones y evitar indemnizaciones o lanzarse ya a la piscina como han hecho sus compañeros de partido, aprovechando la pleamar opositora? Esta es la cuestión, y sólo el tiempo dará y quitará razones.

SÁBADO, 10
Por primera vez en Europa existen candidatos para la presidencia de la Comisión y, consecuentemente, en diversos países de la comunidad se están organizando ya debates entre ellos, en los que nuestros conciudadanos pueden enterarse directamente de las propuestas de Juncker, Schultz o Alexis Tsipras sobre temas cruciales como planes de empleo juvenil, políticas comunes de inmigración o esa seña de identidad europea que es el de la pervivencia del estado de bienestar y todo ello a calzón quitado, sin pactos previos y con periodistas libres incordiando, inquiriendo… Aquí es más que probable que nos tengamos que conformar con un debate descafeinado entre subalternos con temas pactados, liofilizados y pasteurizados, y con periodistas reducidos a al papel de sumisos cronometradores. Veremos. O no.

DOMINGO, 11
No sé qué reflejo atávico me impulsó pero lo cierto es que lo hice: pulsé el botón de TVE y me puse a ver, ¡cuarenta años después de Massiel!, el Festival de Eurovisión. Me tragué la retahíla de ¡twelve points!, reviví los politiqueos de siempre, disfruté con el arte escénico y la voz de la nuestra, aunque la canción sea en exceso cridanera, hubo más efectos especiales que nunca y vi ganar sin que se me levantara una ceja a una presunta señora barbuda que hacía pucheros… Al fin y al cabo la sinrazón y la extravagancia son los signos de los nuevos tiempos.

Noticias relacionadas

LUNES, 12
Me escribe Benet Guardia, director del proyecto «Menorca 100x100», en el que colaboro y al que hacía referencia en el pasado dietario que no se trata de una revista/guía sino de un señor libro de 272 páginas, con trece artículos, entre ellos «La leyenda de la ciudad sin vida» dedicado a Mahón, con gran número de fotografías de Tiago Reurer y otros, e informaciones de interés sobre calendarios de fiestas, ferias y mercados, directorio de restaurantes recomendados, horario de transportes, mapa del Camí de Cavalls etc. Sale en cinco idiomas y llevará una aplicación APP para dispositivos móviles. El libro está acabando de cocerse en una imprenta de Barcelona…

MARTES, 13
El cantante de Xàtiva Raimon, toda una leyenda de la lucha antifranquista (aún se me eriza el vello cuando recuerdo su recital en la Facultad de Medicina de Zaragoza, tomada por los grises allá por los sesenta del pasado siglo) ha sido vilipendiado en algunas redes sociales catalanas por haberse declarado 'reticente' al independentismo…

Vilipendiado y marginado en el País Valenciano desde hace cincuenta años por luchar por la dignidad (unidad) de la lengua catalana cuando tantos medraban en el franquismo lingüicida, ahora es expulsado a las tinieblas exteriores de la catalanidad por dudar de las bondades de la independencia del Principat. Quienes como él nunca hemos sido nacionalistas pero defendemos la unidad lingüística del catalán (y del castellano y del inglés and so on), nos sentimos doblemente agredidos por esos sectarios con barretina.

MIÉRCOLES, 14
Con el execrable asesinato de Isabel Carrasco se pone de manifiesto una de las características más señeras del sectarismo: manipula que algo queda. El móvil criminal más antiguo de la historia- la venganza personal- se convierte como por arte de birlibirloque en un motivo político. Lean si no los editoriales de «El Mundo» o los artículos de Salvador Sostres, Ignacia Camacho, Isabel San Sebastián, Carmen Tomás y otros, comparando el desgraciado suceso con los escraches para arremeter contra una izquierda 'radical' que, según todos los indicios, no ha tenido arte ni parte en el crimen, más allá de los miserables twits de dos concejales socialistas. Y es que el sectarismo, como la corrupción, es transversal…