El Banco Central Europeo anunció ayer, por sorpresa, una bajada histórica de los tipos de interés al 0,25 por ciento. Una medida que persigue la reactivación económica mediante el abaratamiento del crédito y también quiere alejar el peligro de la deflación. La atonía de los mercados, motivada por unas tasas de desempleo que ha dejado el consumo bajo mínimos, motiva preocupación e inquietud.
Situar el precio del dinero al 0,25 sitúa al euro a los mismos niveles que el dólar o la libra esterlina. La competencia entre las economías mundiales provoca la adopción de medidas para consolidar las bases de una recuperación todavía incipiente. Pero es preciso que estas decisiones tengan traducción práctica para los ciudadanos.
Quienes tienen vinculada su hipoteca a la evolución del euríbor esperan con ansia el efecto de la bajada de los tipos, del mismo que los empresarios, expectantes ante el resultado del abaratamiento de los costes financieros para crear nuevos negocios. Con las actuales cifras de desempleo, y con el consumo y la inversión paralizados, resulta muy complicado revertir la situación, un ejercicio en el que el BCE no siempre ha actuado con la agilidad necesaria.
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