28/07/13 0:00
El descarrilamiento del tren Alvia de Renfe en la curva de A Grandeira, cerca ya de la estación de Santiago de Compostela a la que nunca llegó, permanecerá grabado en nuestra memoria. Las imágenes captadas por la cámara de vigilancia instalada en la línea son de tal brutalidad que es imposible desprenderse de ellas y de la desgracia que quedó sembrada solo unos instantes después y que ahora mismo asola a tantas y tantas familias.
La reacción solidaria de la sociedad, como casi siempre se demuestra en estas situaciones, reconforta y enseña un país unido en el duelo. Pero las condolencias no bastan. Son necesarias respuestas que arrojen luz sobre la seguridad en uno de los medios de transporte que hasta ahora inspiraba menos temores.
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