Tanto dinero y esfuerzos empleados durante la Guerra Fría para convencernos de que los rusos eran los malos y ahora resulta que son rubios, guapos, buenos y sobre todo tienen dinero a espuertas. ¿Quién iba a decirlo antes de 1989? Quizás algún comunista trasnochado de aquellos que pronosticaban que el capitalismo se hundiría, las calles se llenarían de parados y los bancos echarían a la gente de sus casas… ¡Vaya ilusos!
Ahora el viejo país de Lenin y Stalin está lleno de millonarios, cuyas fortunas provienen, en bastantes casos, del petróleo, del saqueo de las antiguas empresas estatales o de las actividades mafiosas, que invierten en paraísos fiscales o exparaísos como Chipre. La Rusia del camarada Putin ofrece hoy asilo político a los que no quieren pagar impuestos confiscatorios como Gerard Depardieu y sus grandes empresas, como Gazprom, patrocinan la Liga de Campeones que es el gran circo del capitalismo contemporáneo.
Además de todo eso, tiene turistas con muchos rublos, es decir turismo de calidad. (Si traen pocos, es de poca calidad, ya se sabe). Aquí los esperamos como el agua de mayo y como los menorquines somos gente educada a los que vengan no les vamos a preguntar por el origen de sus fortunas. Eso no sería nada elegante.
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