Habíamos dejado a nuestros industriosos héroes kazajos tejiendo una red de oficinas de amplio espectro y carácter alimenticio (en el sentido en que un poeta llamaría alimenticia a la aceptación del encargo de escribir un guión para Tele 5), habiéndose constatado un notable éxito en dicha tarea, ya que como era sobradamente conocido de la población, la inmensa mayoría de los fieles de la secta acabaron disponiendo, unos de una canonjía (en Kazajistán existían las canonjías laicas), otros elaboraban estudios subvencionados sobre el impacto de los sofrópidos (una especie autóctona de hongo) en el crecimiento de las poblaciones de gromos (lepidópteros endémicos en la zona) y algún grupo disponía incluso de contratas vitalicias en calidad de espiñotis (concepto que incluiría en nuestra cultura a saltimbanquis , payasos y otros artistas callejeros).
Uno de los éxitos más notables de esta nueva política no fue demasiado publicitado, pero no por ello resultó menos eficiente. Se consiguió paralizar el proyecto de la construcción de una clínica que hubiera resultado puntera en su especialidad, ya que contaba, tanto en la dirección como entre los colaboradores, con los más prestigiosos profesionales de la región. El proyecto se abortó mediante una fórmula ya conocida y ensayada con éxito en múltiples expedientes: la exigencia a los promotores de aportar un volumen descomunal de documentación. A pesar de lo demenciales y faraónicos que resultaban los esfuerzos por atender una demanda tan desproporcionada, se fueron cumplimentando uno tras otro, invirtiendo para ello largos años de agotador empeño. Pero la secta, irritada sin duda por tanta perseverancia inconveniente decidió dar el golpe letal al proyecto exigiendo la realización de un ridículo e imposible conteo (dentro de la parcela objeto del proyecto) de costrajos (un pequeño reptil con cáscara del que existían en la isla millones de ejemplares).
Éxitos como este se fueron encadenando durante lustros, domando con ello la iniciativa privada, que acabó renunciando a idear. Pero, se preguntarán los pequeñines de la casa ¿Y qué hacía mientras tanto la legítima detentora del poder local (pues de una mujer se trataba)? Sucedió que deambulaba presa de hiperactividad sin tregua (era reconocida su laboriosidad, y su honestidad, todo hay que decirlo), correteando, dicen, como personaje de Alicia en el país de las maravillas o como un pollo decapitado mientras en los despachos contiguos se guisaba el puchero, de tal manera que cuando llegaba exhausta al final de la jornada e intentaba protestar por el guiso , se encontraba con la familiar amenaza: "si quieres gobernar, esto es lo que hay de cena, o lo comes o lo dejas". Frustrada y algo desencantada emprendía de nuevo una fatigosa carrera contra el reloj y contra la lógica sin darse la más mínima tregua para analizar frente a un milashg (especie de cafelito kazajo) el rumbo desnortado que estaba tomando la nave.
Por otra parte, las reglas que establecieron los gobernantes de hecho, no eran ni eficientes, ni universales ni estaban incardinadas seriamente en un plan general, de manera que se producían continuas contradicciones entre lo permitido allá y lo prohibido acullá. En medio de tanta confusión se fueron perdiendo inversores Premium y se fueron ganando en cambio visitantes low spend, que a pesar de estar internados mayoritariamente en establecimientos especializados en el engorde y dopaje, no dejaban de hacinarse en las playas, contraviniendo paradójicamente de esta manera el deseo encubierto de la secta, esto es, el boicot al turismo, con el fin de gozar de la isla como antaño (sin el inconveniente de la masificación) , pero disfrutando de los sueldos y subvenciones de hogaño. Como el asunto del turismo evolucionó finalmente a su aire, sin plan ni concierto, se arribó a una situación en que la isla kazaja sufrió las consecuencias negativas del mismo sin aprovechar las posibles consecuencias positivas, que sin duda hubieran existido de haberse producido una planificación inteligente.
Y colorín colorado. Se cuenta que de momento (exceptuando algún samunal- ayuntamiento - motivado) las cosas siguen arrastrando gravosamente la inercia adquirida por el rodar cansino de las masas inertes, aunque algunos señalan la esperanza de que un nuevo equilibrio de fuerzas creado recientemente produzca algún fruto dulce en el futuro. Otros, menos optimistas, señalan que simplemente se habría producido un cambio de guardia que vigilará el campamento con reglas y modales idénticos.
Según las fuentes consultadas (Biblioteca de cuentos kazajos y el Instituto para el archivo de la verdad por conocer), la moraleja del cuento tendría diversas versiones: "cuidadín con el compañero de viaje, vigila no te la encaje", o "no dependa tu gobierno de quien oculta intereses que suelen comportar sandeces" ,o también la que para mí resulta más plausible aunque no forma ripio :"si dejas runcos (animales omnívoros locales) al cuidado del melonar, se acabarán comiendo todos los melones y dejarán el huerto lleno de cacas".
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