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"If it's tuesday, this must be Belgium" ("Si hoy es martes, esto debe de ser Bélgica") es una divertida película de finales de los sesenta donde Susanne Pleshette, su protagonista, irradiaba una particular belleza luminosa y sexy. El film de Mel Stuart criticaba (¿o halagaba veladamente?) los viajes que se pusieron de moda en aquellos años y que luego asentaron lo que conocemos como viajes organizados. Contaba la historieta de un grupo de americanos que viajan a Europa con el deseo de ver y conocer el máximo de países posible en tan solo dos semanas. La similitud de aeropuertos, hoteles y la rapidez con que se pasa de un país a otro les hace perder la noción del lugar en que se hallan. Solo recordando el día en que se encuentran son capaces de saber en que país están.

En los viajes organizados todos los participantes siguen unas normas. Al inicio del viaje se les instruye sobre cuál es el mejor lugar para probar una gastronomía determinada, dónde admirar el arte más bello, dónde es el mejor lugar para realizar compras, etc. Todo está tasado y controlado. Los viajeros "individualistas" los suelen llamar "viajes en manada" (o rebaño) pero en el fondo resultan económicos y ponen el turismo al alcance de las clases medias.

Pero hay otro tipo de viajeros que se alejan de los viajes en grupo. Son aquellos viajeros individuales que prefieren, porque pueden hacerlo, viajar por su cuenta. Normalmente son los que tienen un mayor poder adquisitivo, los que se distribuyen las vacaciones a su antojo. Los destinos de vacaciones ansían recibir a este tipo de turistas "individuales" ya que son los que les hacen subir caja. Pero para que un destino pueda ser "apetecible" para este tipo de turismo tiene que mostrar y ofrecer unos servicios que cubran sus apetencias. No es lo mismo satisfacer las necesidades de un turismo de masas que satisfacer las de un turismo de "calidad". Cada uno tiene sus propios parámetros que acostumbran a estar bien delimitados y diferenciados.

Esta pasada Semana Santa unos amigos de Madrid, propietarios de una magnífica casa en la Isla, nos contaban sus cuitas para llegar a Menorca. Esta misma semana (un puente de cinco días en Madrid) han preferido irse a Málaga (a donde llegan cómodamente en AVE) antes que volver a verse obligados a efectuar escalas y perder horas. Es gente que gasta dinero. Acuden cada noche a un restaurante, compran antigüedades, contratan jardineros, utilizan diversos servicios locales, etc. Es el turismo de calidad al que aspira (dicen) Menorca .

Pero esos amigos, que dan el supuesto perfil de lo que se quiere para la Isla, también lamentan que la oferta complementaria menorquina no esté a la altura de las circunstancias. Cuando se habla de que la Isla quiere un turismo de calidad se olvida que antes hay que poner las condiciones para poderlo recibir. Menorca nunca ha contado con un Plan de Calidad Turística. Si en las pasadas legislaturas se ha incentivado el turismo barato y masivo (convenios con touroperadores, irradiación de ridículos autobuses que pretendían recolectar clientes en zonas de bajo poder adquisitivo, etc), ahora quizás tocaría dilucidar ya si se quiere confirmar ese turismo masivo que arrolla la Isla durante dos meses de verano (con todas sus negativas consecuencias medioambientales) o se comienzan ya a sentar las bases para hacer factible, de forma efectiva, el tan ansiado turismo de calidad. No dejemos que nuestra isla sea confundida con otros destinos dando pie a aquel "si hoy es martes esto será Menorca". Diferenciemos la Isla y pongámosla en valor.
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Notas:

- Se me pide que recuerde la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto de Cataluña (Julio 2010): "Se declara la indisoluble unidad de la Nación española y al pueblo español como único titular de la soberanía [Fundamento Jurídico 8]. El pueblo de Cataluña es una expresión distinta de pueblo español, que es el único titular de la soberanía [F.J.9]. Los derechos históricos del pueblo catalán no son fundamento jurídico propio [F.J.10]. La Constitución no conoce otra que la nación española y proclama la indisoluble unidad de la nación española [F.J.12]".

"La definición del catalán como lengua propia no puede suponer un desequilibrio del régimen constitucional de cooficialidad con el castellano, que por tanto también es lengua propia de Cataluña, ni justificar su uso "preferente" que se declara inconstitucional y nulo. El castellano no puede dejar de ser también lengua vehicular y de aprendizaje en la enseñanza [F.J.14]".

"Toda lengua oficial es lengua de uso normal. También lo es el castellano. No puede haber preferencia por ninguna de las lenguas oficiales [F.J.23]. Queda descartada toda pretensión de exclusividad de la enseñanza en una de las lenguas oficiales. Es constitucionalmente obligado que las dos lenguas cooficiales sean reconocidas como vehiculares. Con la mención del catalán no se priva al castellano de la condición de lengua vehicular y de aprendizaje en la enseñanza. (F.J.26)". De nada.