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La noche del 4 de septiembre de 1535 Mahón (Mahó) sufrió una desgracia horripilante. El día 1 había llegado al puerto la escuadra del pirata turco apodado Barbarroja. Camuflando su bandera se adentró en la rada mahonesa hasta amarrar en el llamado muelle del Rey (cerca de la Colàrsega actual). De inmediato cercó la ciudad y exigió su rendición. Los mahoneses consiguieron mandar un correo a Ciudadela pidiendo urgente socorro. El Gobernador de la Isla lo solicitó a su vez a Mallorca y, al tiempo, preparó como pudo un contingente de hombres (300) que partieron en ayuda de Mahón (Mahó). Cuando llegaron (el día 3) se batieron con los turcos pero fueron devastados. Los habitantes de Mahón (Mahó) (unos 1.500 de los cuales solo 350 eran aptos para luchar) ya habían resistido los primeros ataques de los piratas, pero ante la indefensión que significaba no poder contar con la ayuda de más tropas debatieron qué hacer. Eligieron continuar resistiendo a la espera de que llegasen los refuerzos que suponían vendrían en unos días procedentes de Mallorca. Pero las exigencias de Barbarroja apremiaban y entonces surgió la felonía más miserable.

La colaboración de un grupo de dirigentes traidores y cobardes, y después de procurarse su propia salvación, permitió que se abrieran las puertas de Mahón (Mahó). Más de mil turcos entraron a saco en la ciudad. Aquella noche terrible asesinaron, degollaron, pasaron a cuchillo, violaron y robaron cuanto quisieron en las trescientas casas que formaban el núcleo mahonés de la época. Todo quedó destruido y a la mañana siguiente se llevaron a unos 800 cautivos. Solo unos pocos lograron salvarse.

Al cabo de un tiempo los traidores, refugiados en el predio de Binimaimut, fueron finalmente hechos presos. Se les juzgó y en fecha 20 de octubre de 1536 se dictó sentencia en la plaza del Borne de Ciudadela. Se les confiscaron todos sus bienes, sus descendientes fueron "excluidos de toda prerrogativa, privilegio y oficio" y se dictaminó que " …en la plaza principal será quitada la mano derecha de Antonio Olivar con la cual abrió las puertas de Mahón (Mahó) al susodicho turco, a Jorge Uguet le será quitado el pie derecho con el cual entró en la villa de Mahón (Mahó) en compañía del pérfido turco, y después todos los dichos reos serán degollados, decapitados y mutilados sus miembros; y que la cabeza y mano de Antonio Olivar , unidamente con el pie de Jorge Uguet, sean puestos sobre las puertas que Antonio Olivar abrió a Barbarroja; que la cabeza de Jorge Uguet sea puesta sobre las puertas del mar; la cabeza de Jaime Scalá sea puesta en medio de la plaza de la villa de Mahón (Mahó), la cabeza de Francisco Mir sea puesta sobre el baluarte por donde bajó para ir al turco Barbarroja; y que la cabeza del consejero Gil Calderer sea puesta en el umbral de la Universidad. Que los miembros restantes de todos los sobredichos reos sean distribuidos y esparcidos por los lugares más públicos de la presente isla a conocimiento de Su Señoría". La sentencia se ejecutó el 24 de octubre de 1536. Así pagaron los traidores.

Dos décadas después (1558, "s'any de sa desgràcia") Ciudadela también sufrió un asalto despiadado que significó la destrucción total de la ciudad. 3.452 de sus habitantes fueron hechos prisioneros. Allí no se produjeron traiciones sino, contrariamente, hubo actos de heroísmo para resistir al invasor. Aquella fecha se sigue conmemorando, con orgullo, cada año. Mahón (Mahó) no puede conmemorar su particular "any de sa desgràcia" porque fueron los dirigentes políticos de la época (con el Ayuntamiento al frente) los primeros en traicionar al pueblo. El historia de nuestra ciudad nos demuestra, desgraciadamente, como la traición y la felonía han estado presentes en algunos, lejanos y cercanos, episodios históricos.

Para muchos el nombre de la ciudad donde nacimos siempre será "Mahó" (pronunciado Mô). Así lo reconoce la historia y así lo "sienten" los sentimientos que "dan sentido" a nuestro amor y apego al lugar donde vivimos desde hace generaciones. Cualquier Ayuntamiento respetuoso con nuestra historia no tendría ningún titubeo en puntualizar la realidad histórica y rechazar componendas políticas interesadas. Es miserable querer cambiar la historia. Quien pierde su pasado, pierde su alma.

Notas:
-¿Por qué debe considerarse el catalán un mérito para acceder a la función pública? ¿No dificulta y discrimina eso la movilidad laboral de otros funcionarios españoles? ¿No tienen todos los ciudadanos españoles el derecho y el deber de conocer nuestro idioma común? ¿Por qué no considerar mejor el conocimiento del inglés, el alemán o el francés como un mérito? Porque eso sí lo es.

- Se ha descubierto un artículo inédito (de 1939) de Camus donde sostiene "el derecho de cada ciudadano a elevarse sobre el colectivo para construir su propia libertad" y donde define "los cuatro mandamientos del periodismo libre: lucidez, desobediencia, ironía y obstinación." ¡Très bien!