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El presidente de la CEOE, Juan Rosell, propone una fumigación contra los funcionarios que no funcionan, los parados por vocación y los viciosos de la receta. Cualquier abuso es siempre nocivo, pero a Rosell se le olvidan algunos otros abusos que también podrían eliminarse: los empresarios que emplean con trato pero sin contrato; los que invirtieron con alegría desmesurada para acabar cerrando con daños colaterales nada alegres; los banqueros con una cara dura tan grande como sus yates; los emprendedores que emprenden evasiones fiscales masivas y driblan a Hacienda mejor que Messi; los que han cobrado subvenciones equivalentes al coste de sus "ferraris"; los que amenazan con despido o cierre a sus subordinados para recortar sueldos y dormir tranquilos; las finanzas virtuales con perjudicados reales; los primos de las primas de riesgo; los empresarios que colaboraron en el saqueo de lo público, contratos inflados mediante; los que utilizan la precariedad de sus trabajadores para evitar la suya; los pijos que no quieren a los inmigrantes en el colegio de pago de sus hijos pero sí en su plantilla para pagarles lo justo para que estos les puedan dar de comer a los suyos; los concursos de acreedores con segundas y terceras intenciones. Señor Rosell, le perdonamos. Un olvido lo tiene cualquiera.