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Hace unos días la noticia de la creación en Malasia de un club un tanto peculiar no ha pasado desapercibida para los asiduos a la lectura de la prensa diaria. Bajo el nombre de OWC (Club de Esposas Obedientes, en inglés) ha nacido un movimiento que defiende que la felicidad en un matrimonio radica fundamentalmente en que la mujer sea obediente y sumisa para con su marido.

Efectivamente, este nuevo club, creado exclusivamente por y para féminas, tiene como objetivo declarado y fundamental "enseñar a las mujeres a ser sumisas y obedientes para así proporcionar felicidad a sus maridos, fundamentalmente en el dormitorio". El nuevo Club en cuestión defiende que "Una buena esposa debe de ser una buena sexo-servidora de su esposo" y se pregunta "¿Qué hay de malo en ser una prostituta… de tu marido?".

El objetivo del club, que a pocos días de su creación suma ya casi mil asociadas convencidas de las bondades de sus principios y que ya está en fase de expansión por varios países, no es nuevo si rebuscamos en la historia reciente.

En la España de los años cincuenta, la dirigente histórica de la recordada Sección Femenina, Pilar Primo de Rivera, declaraba: "En cuanto respecta a la posibilidad de relaciones íntimas con tu marido, es importante recordar tus obligaciones matrimoniales: Si él siente la necesidad de dormir, que sea así, no le presiones o estimules la intimidad. Si tu marido sugiere la unión, entonces accede humildemente, teniendo siempre en cuenta que su satisfacción es más importante que la de una mujer. Cuando alcance el momento culminante, un pequeño gemido por tu parte es suficiente para indicar cualquier goce que hayas podido experimentar. Si tu marido te pidiera prácticas sexuales inusuales, sé obediente y no te quejes. Cuando tu marido caiga en un sueño profundo, acomódate la ropa, refréscate y aplícate crema facial para la noche y tus productos para el cabello. Puedes entonces ajustar el despertador para levantarte un poco antes que él por la mañana. Esto te permitirá tener lista una taza de té para cuando despierte" ("Economía doméstica para bachillerato y magisterio", 1958).

Bien señores, veamos la cuestión.

Parece ser que la mayoría de las asociadas a ese nuevo club (atroz para el feminismo pero seguro recolector de entusiásticos apoyos entre el machismo carpetovetónico) pertenecen a un sector radical del islamismo, es decir forman parte de esa conocida zona fronteriza donde una religión se transforma en dictadura. Las falangistas también formaban parte de una dictadura. Y todas las dictaduras defienden actitudes que humillan al individuo.

Actualmente lo vemos con otro tema relacionado con la lengua, en este caso no de cariz sexual sino en su vertiente específicamente comunicativa.

Parece ser que el Gobierno de Bauzá va a considerar la posibilidad de que los padres puedan elegir la lengua (de entre las constitucionales) en que desean que se eduquen sus hijos. Ese abrir la puerta a la libertad de elección ha enloquecido a algunos fanatizados catalanistas (en la línea de esas islamistas y aquellas falangistas) que ven amenazada la sumisión a que han sometido al resto de ciudadanos al forzarles a aceptar su particular status quo lingüístico.

Quienes, en aras a ejercer su particular libertad aunque fuese mediante chantaje político, defendían hasta ahora la imposición del catalán central, modalidad forastera en Baleares, como lengua única en la educación balear (es decir quienes defendían la felicidad de vivir en una dictadura), ahora se sobreexcitan, se ponen de los nervios y se oponen a que el pueblo pueda por fin liberarse y derrocar ese dictado lingüístico para poder decidir por sí mismos y de acuerdo a su condición de ciudadanos libres. Olvidan lo que dijo Cicerón: "La libertad, que es el mejor de los bienes, si no es igual para todos no es libertad".

Con los rudimentarios argumentos totalitarios y para-fascistas conocidos defienden la sumisión a su imposición de la misma forma con que esas mujeres islamistas defienden la sumisión al hombre o de la misma manera que lo predicaba la Falange hace décadas. Back to the past. La historia de nuevo nos enseña que las dictaduras siempre comparten los mismos fines.

El castillo de naipes (de la lengua como divisa ideológica, fundamento vital y modus viviente para algunos) se puede derrumbar en poco tiempo si Bauzá (y el conjunto del PP) es valiente. Dar la oportunidad de elegir al ciudadano es derrumbar la tiranía que ha existido hasta ahora de la mano de las creencias totalitarias que han inundado nuestra tierra. Las lenguas no se imponen (= fascismo), se eligen (= libertad). No dejar elegir es tener miedo a la libertad de utilizar la lengua que uno quiera. Y en la forma que uno quiera. Lo saben bien las malayas.