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Hoy se conmemora el Día Mundial del Turismo. Una industria que no es tan joven como muchos creen (baste acudir a documentos históricos para constatar que los viajes por placer conformaban el modus vivendi de la realeza y nobleza europeas desde hace algunos siglos). Cierto es, sin embargo, que no será hasta el siglo XX cuando el turismo trascienda de ser un privilegio de la élite social y colonice amplísimos espacios sociales, convirtiéndose en una industria de masas.

Esta socialización o democratización del turismo significó desde sus inicios una plataforma de oportunidad novedosa para territorios que contaban con climatología benigna y playas en su litoral pues ambos parámetros se cotizaban al alza en los mercados europeos ricos, que estaban dispuestos a pagar divisas a cambio de "sol y playa". La fórmula se antojó perfecta: ofrecíamos una parte de nuestro superávit de sol y playa -patrimonio natural, prácticamente intacto hasta entonces- y obteníamos dinero con el que reducir nuestro déficit económico.

Menorca, en menor medida que otros puntos del territorio nacional que hoy se encuentran en declive, participa de la tarta turística y construye su modelo turístico en base a los inputs que recibe de los touroperadores extranjeros. Éstos, no sólo poseen el mercado de demanda, la red de ventas minorista, o los aviones, sino que además, atesoran el "know how", es decir, la habilidad empresarial para alinear los recursos disponibles de tal forma que generen rentabilidad económica para quien los gestiona.
Desde entonces la industria evoluciona y Menorca juega su papel a lo largo de todas estas décadas, a la sombra siempre del gran árbol mallorquín que, poseedor de los recursos económicos, determinará en todo momento la liquidez disponible para la promoción turística de Menorca.

Esta circunstancia, entre otras, ha evitado que el ciclo de maduración del producto turístico de Menorca haya transcurrido a la misma velocidad que en otros destinos turísticos españoles. De manera que mientras muchos de nuestros competidores hoy tienen graves problemas de obsolescencia, saturación urbanística y destrucción paisajística, Menorca mantiene sus principales atributos turísticos en condiciones de generar productividad en beneficio de nuestro tejido social y económico.
Nuestra ubicación geográfica respecto de los principales mercados emisores es idónea, disfrutamos de un territorio urbanísticamente descongestionado, y un paisaje rural y litoral bien preservados, que son fuente permanente de satisfacción en quienes nos visitan. La disponibilidad de los mencionados recursos nos permite adoptar decisiones sobre nuestro futuro turístico en mejores condiciones que muchos de nuestros competidores que hoy ya han agotado algunos de sus principales activos turísticos. Nuestro futuro, por lo tanto, está en nuestras manos.

Se trata pues de alinear correctamente nuestros recursos turísticos para obtener de ellos un producto turístico optimizado. Si acertamos, disfrutaremos de más futuro turístico que pasado hemos tenido.

Precisamente, ese futuro que empezó ayer, lo estamos abordando desde políticas que apuestan por la sostenibilidad en la utilización de recursos, el fomento de nuestros atributos identitarios, la incorporación de nuevas tecnologías, y la creación y comunicación de contenidos promocionales específicos dirigidos a targets concretos.
Más allá de las opiniones, ahí están los datos: las más altas tasas de ocupación, las más largas estancias, incorporación de nuevas rutas y mercados emisores, recuperación de mercados tradicionales internacionales, etc.; todo ello obtenido en el marco de una coyuntura económica desfavorable. Y es que Menorca nos está demostrando que podemos confiar en ella.

Empresarios y Administraciones Públicas turísticas de otros destinos desearían contar con un territorio como el nuestro a la hora de realizar sus inversiones. Menorca es territorio cinco estrellas y como tal se erige en la mejor garantía de éxito empresarial, en tanto en cuanto nuestro empresariado identifique las oportunidades existentes y, mediante las oportunas inversiones, se sitúe en condiciones de obtener las necesarias tasas de retorno sobre aquellas.

Cabe concluir aseverando que Menorca se encuentra perfectamente pertrechada para la industria turística; lo cual significa que en términos competitivos es esta industria, por encima de los restantes sectores productivos, la que mejores réditos económicos y sociales puede reportarnos si sabemos gestionar bien nuestra ventaja competitiva, ahora.
Si queremos, si verdaderamente queremos, seguro que sabremos hacerlo.