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Como cada año el 23 de julio conmemoramos la muerte martirial del Siervo de Dios Juan Huguet Cardona. El pasado mes de junio varios menorquines teníamos el gozo de participar en los actos del décimo Congreso Eucarístico Nacional de España que se celebraba en Toledo. Las vivencias de este acontecimiento eclesial por diversas y profundas razones me llevó a relacionarlo con el supremo testimonio de amor del primero de los sacerdotes menorquines que fueron inmolados por razón de su fe y de su ministerio sacerdotal.
Por los datos biográficos y los escritos del Siervo de Dios sabemos cuán intensa era su piedad eucarística y de qué manera pasó las últimas horas antes de su martirio en piadosa plegaria y adoración a la Eucaristía, que había logrado llevar a su domicilio desde la iglesia a fin de evitar su posible profanación.

En un cuaderno de apuntes espirituales, siendo seminarista, Juan escribía: «Que mi comunión sea como la de los mártires, y entonces sí que se obrarán en mí los prodigios de fortaleza, de fe, de amor a Cristo, que en las mazmorras y en el Coliseo se observaban. Que mi comunión sea como la de los santos, y entonces sí que será mi corazón una verdadera hoguera de amor, de fuego que abrasará al que a él se acerque, mi vida será vida de amor y mi muerte será un éxtasis de amor que tendrá su fin en la mansión del amor, la Patria celestial».

Al meditar sobre la última cena de Cristo, su espíritu se encendía de fervor y se expresaba así en sus escritos: «¡La caridad de Jesús! Él queda, a pesar de las ofensas, ultrajes, desamor, sacrilegios, indiferencias etc., en el sacramento del amor, como en aquella noche, ávido todo el mundo de su sangre, de atormentar su cuerpo; él se anticipa y nos da su cuerpo y su sangre en comida y bebida, como para llegar a nosotros, pasa por sus campos sembrados de espigas de ingratitudes, sacrilegios, desamor, etc., esas montañas de hielo de indiferencia». Sin duda retornarían a su mente esos pensamientos cuando rezaba y adoraba a Jesús sacramentado en aquellos momentos en que sentía que la persecución se cernía sobre la iglesia. En esta plegaria encontró la fuerza para dar su valeroso testimonio de fe.

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La archidiócesis de Toledo, en donde se ha celebrado el último Congreso Eucarístico, fue una de las iglesias en que mayor número de muertes martiriales se produjo durante la persecución de los años treinta en España. Sólo del clero diocesano fueron más de doscientos los inmolados Sólo hasta ahora una docena de ellos han sido beatificados, otros muchos lo serán sin duda junto con el Siervo de Dios Juan Huguet cuanto tenga lugar una masiva beatificación, que esperamos será dentro de pocos años.
El mismo día 23 de julio en el que fue inmolado Juan Huguet, lo fue también en Toledo el Beato Pedro Ruiz de los Paños. Era un sacerdote de la Hermandad de Operarios Diocesanos dedicados a la formación de los seminaristas. Fue rector del Colegio Español en Roma y hacia este sacerdote sentía un gran afecto y admiración el menorquín don Manuel Moll y Salord que fue obispo de Tortosa.

En la mencionada fecha del 23 de julio don Pedro Ruiz de los Paños, en el paseo toledano llamado del Tránsito fue precisamente donde se realizó su dichoso tránsito a la gloria del cielo. El siempre había anhelado la gracia del martirio, y según afirmaron varios testigos se le vio encaminarse sonriendo hacia dicho lugar, después de haber escrito a los suyos unas líneas en las que les decía: «Os doy el adiós hasta el cielo. Yo no tengo más deseo ni más esperanza que Jesús, de manera que allí os espero». Sus restos se veneran en Valladolid en el oratorio de las religiosas Discípulas de Jesús, por él fundadas.

Don Pedro Ruíz de los Paños fue el rector del Colegio Español en Roma desde 1927 hasta 1933, por lo cual sin duda allí debió verle Juan Huguet cuando en 1929 tomó parte en la peregrinación internacional de seminaristas a Roma. Siete años después el 23 de julio de 1936 a ambos el martirio les reuniría de nuevo en la presencia del Señor.
La celebración de la Eucaristía en memoria de Juan Huguet tendrá lugar en Ferreries (iglesia de Sant Bartomeu) el 23 de julio a las siete de la tarde.