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La información publicada el sábado en este medio sitúa próxima la aceptación de la herencia de Balada por parte de la Casa de los Príncipes de Asturias. De este modo, se cumple la voluntad del hacendado personaje ciutadellenc, quien optó por un destino tan legítimo como sorprendente con la posibilidad franca y legítima también de que parte de los bienes tengan una finalidad o un disfrute vinculados al territorio en el que se hallan arraigados.

Según ha trascendido, los herederos destinarán más de la mitad del legado a fines sociales a través de alguna de las fundaciones de las que son patronos. La sensibilidad de los Príncipes de Asturias en la gestión de los recursos no contradice la lógica aspiración menorquina por el uso de parte del patrimonio cuyo destino apunta precisamente a fines culturales y sociales dadas las especiales características que tienen algunas de las propiedades como el edificio de la farmacia Llabrés, declarado Bien de Interés Cultural, o el predio que ha servido para educación ambiental y escolar. Así lo han entendido las instituciones menorquinas en su obligación de canalizar la voluntad ciudadana con iniciativas y contactos dirigidos a ese objetivo.