TW
0

La llegada al poder de Donald Trump agita la geopolítica mundial. Sus anuncios y gestos se suceden y los escenarios cambian en cuestión de horas. Con Joe Biden, el anterior inquilino de la Casa Blanca, el compromiso estadounidense con Kiev era incuestionable, pero Trump ha dado un giro copernicano, se alinea con Vladímir Putin y margina a Volodímir Zelenski, al que llama «dictador» porque no convoca elecciones en Ucrania. Es un vuelco inesperado en un intento de Estados Unidos para conseguir la paz en Europa, aunque sin el Gobierno ucraniano. Pero fue Putin quien invadió Ucrania y su intención era llegar a Kiev, aniquilar a Zelenski e instaurar un ejecutivo títere.

Los planes de Moscú se vieron desbaratados por la férrea resistencia de los ucranianos, la ayuda económica y militar estadounidense    y el apoyo europeo. A valorar las condiciones del alto el fuego y los territorios que perderá Ucrania para alcanzar un armisticio. Crimea y el estratégico puerto de Sebastopol no serán devueltos a los ucranianos, ni    las poblaciones conquistadas en la guerra. Kiev solo cuenta con un as en la manga: parte de Kursk, territorio ruso que conquistó este verano. La clave es que la paz sea duradera. El gran problema es que Donald Trump está legitimando esta invasión y muchas muertes, lo que nunca puede ser bueno para el mundo.