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Hay muchas formas de hacer política. Carlos Mazón ha decidido mirar hacia otro lado y morir con las botas puestas. Sus graves errores en la gestión de la DANA, que ha destrozado Valencia y ha segado la vida de 217 personas, han agotado su crédito al frente de la Generalitat. Lejos de hilvanar un relato convincente, Mazón se aferra al cargo y se escuda en la excepcionalidad de la gota fría para sacudirse cualquier responsabilidad. Su largo discurso en el pleno monográfico celebrado en Les Corts Valencianes estuvo repleto de medias verdades, imprecisiones y contradicciones, aunque al final pidió disculpas. «Si no soy capaz de liderar la recuperación, no optaré a la reelección», afirmó.

Enrocado en su estrategia de defensa, volvió a atacar a Aemet por sus previsiones meteorológicas imprecisas y a la Confederación Hidrográfica del Júcar por su «apagón informativo» sobre el barranco del Poyo. En su plan de aguantar para seguir al frente de la Generalitat Valenciana, anunció la creación de una vicepresidencia para la recuperación económica y social, que coordinará las labores de reconstrucción. Inmutable ante la presión, Mazón necesita ganar tiempo y tejer una nebulosa para resistir en el gobierno regional. Su principal problema es que la mayoría de los valencianos no olvida los terribles sucesos del 29 de octubre.