De vuelta después de unos meses de silencio. Meses en que muchas cosas han pasado y pocas de ellas buenas. Así que mejor hablar de esas pocas. Para mí las más significativas han sido los cambios en la situación electoral en Estados Unidos. Con Biden nos habíamos abocado al precipicio y Trump dominaba en todas las encuestas electorales.
Pensar que Trump podía volver a la presidencia era de las cosas que me causaban mayor horror. Además no era solo el que ejerciera de presidente por cuatro años, es que él en sus locas proclamas había sugerido que se quedaba a perpetuidad. Con él la esencia misma de la democracia está en peligro.
El debate con Biden y a los pocos días el atentado (¿falso?) contra la vida de Trump, puso a Trump por las nubes y a tope en las encuestas. El que sobreviviera al atentado confirmaba a gran parte de los cristianos que Trump había sido enviado por Dios. Trump seguía clamando que, después de Jesús, él era el más importante enviado por Dios para liberar a los cristianos de la opresión izquierdista en Estados Unidos.
Con un poco de humor negro, es curioso que en Estados Unidos los atentados contra presidentes progresistas, como Lincoln y Kennedy, acaban con su muerte, pero en el caso de presidentes ultraconservadores, como Reagan y Trump, fracasan. Parece que la izquierda siempre tiene mala puntería.
A los pocos días del atentado contra Trump todo cambió, dimitió Biden de candidato a la presidencia y emergió Kamala Harris en su lugar. Kamala hizo que el ánimo de las demócratas brotara con fuerza. El apoyo a Kamala surgió rápido y así los resultados de las encuestas cambiaron. Desde entonces ha habido un aumento en los votantes por Kamala.
Kamala Harris es una mujer con gran energía y siempre con una sonrisa en la cara. Tiene una larga carrera profesional como fiscal y habilidad en los debates. Cuando se presentó por primera vez a candidata a presidente en 2016, se la consideraba progresista. Progresista en el contexto americano, que siempre es menos izquierdoso que el europeo. Ahora se presenta más moderada. Pero claramente con una competencia muy superior a Trump y en una posición infinitamente más razonable.
Los datos de las encuestas siempre son algo confusos. Depende de quién hace la encuesta y cuál es la base y participación. El «Washington Post» toma en cuenta todas las encuestas disponibles y las combina en base al numero de los que participan y así saca datos que son más fiables. A nivel nacional ha ido combinando los resultados de 141 encuestas. Los resultados antes de retirarse Biden eran que Trump estaba a la cabeza y ganaba por 1 punto. Ahora Kamala gana por 2 puntos.
Esto nos da una medida de cómo han cambiado las cosas, pero las diferencias no son muy grandes y las cosas pueden cambiar. Si estos resultados fueran para unas elecciones en España nos indicaría que Kamala puede ganar, pero este no es el caso en Estados Unidos. Allí no se elige el presidente por voto directo sino por el Colegio Electoral, y este depende de los estados.
En la mayoría de estados los votos están claros, pero hay 7 estados que son decisivos para llegar a la presidencia. De los 7 estados Kamala va a la cabeza de Trump en tres, Wisconsin, Pensilvania, y Michigan, Trump en otros tres, Arizona, Georgia y Carolina del Norte, y están empatados en Nevada. A un mes de las elecciones, la situación no es clara, pero Kamala nos da esperanza.