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Cuando la guerra parecía sentenciada a favor de Moscú, Kiev ha asestado un golpe estratégico inesperado y ha invadido territorio ruso, en Kursk. Un vuelco sin precedentes en un conflicto que dura más de dos años, cuando Vladímir Putin ordenó la invasión de Ucrania. Las consecuencias de este audaz movimiento de Volodímir Zelenski están todavía por ver. El avance de los soldados de Kiev sigue imparable y el mundo espera, atónito, la respuesta del Kremlin. Todo apunta a que la intención de Kiev, con esta arriesgada incursión en territorio vecino, es llegar a una mesa de negociaciones para canjear ciertos territorios por otros que ocupó Rusia.

Sería una moneda de cambio en un hipotético intercambio. Sin embargo, Putin no permitirá una humillación semejante y enviará todas las brigadas disponibles para aplastar a las tropas ucranianas y hacerlas retroceder hasta sus fronteras originales. La audacia ucraniana, con todo, ha sido tal que algunos mandatarios rusos han retomado la retórica nuclear para alertar del riesgo de que la guerra degenere en un conflicto atómico. En Kursk, según parece, Ucrania ha utilizado tanques y camiones cedidos por los occidentales para su defensa, y no, inicialmente, para atacar suelo ruso, así que esta escalada puede arrastrar a Europa y Estados Unidos a aquel avispero.