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El mundo estuvo ayer en vilo por un fallo informático del gigante norteamericano Microsoft. Las consecuencias en aeropuertos, bancos y empresas han sido considerables y la caída global se dejó sentir también en Balears. Los tres aeropuertos vivieron un viernes negro, con retrasos generalizados y un caos que se extendió desde primera hora de la mañana. Cientos de pasajeros afectados mostraron su indignación por las demoras. A media tarde se fue recobrando poco a poco la normalidad y el armagedón informático, que en su país de origen provocó un gran impacto, se fue diluyendo.

Este incidente ha confirmado, además, que en un mundo global las consecuencias de un ‘cero’ informático son devastadoras y se propagan a tal velocidad que es muy complicado contenerlas. Cualquier empresa, negocio o administración pública está informatizada y Microsoft es el gigante del software, por lo que todas las incidencias de esta naturaleza ocasionan un auténtico terremoto. La jornada de caos se traduce, asimismo, en cuantiosos daños económicos a los afectados, bien sean particulares o empresas. La solución es compleja, porque las grandes corporaciones mundiales tienen el monopolio informático. La parte positiva es que, en Balears, se pudo capear el temporal y lo que se aventuraba como un desastre bíblico se quedó en un día de caos.