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La inflación se aceleró en agosto hasta el 2,6 por cien interanual, tres décimas más que en julio, mientras que en Balears el incremento fue del 3,1 por cien. El precio de los alimentos no da tregua y ha subido un 10,7 por cien durante este último año. Al mismo tiempo, la inflación subyacente -que no tiene en cuenta los precios de la energía y los alimentos por ser los más volátiles- se moderó hasta el 6,1 por cien, una décima menos que en julio.

La optimista interpretación del Gobierno, según la vicepresidenta de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, consiste en que «España se consolida como la economía europea con mayor crecimiento y menor inflación». La realidad es tozuda: el precio de los alimentos no para de subir, con el incremento de un 10,7 por cien en un año. El azúcar, el aceite y las patatas son los tres productos que más se han encarecido. Llenar el carro de la compra es cada vez más difícil para las familias, obligadas a renunciar al consumo de productos frescos, que integran la dieta mediterránea. La inflación, calificada como el ‘impuesto de los pobres’, castiga a quienes cuentan con menos recursos al reducir su poder adquisitivo.

Algunas autonomías, como Balears, ya han acordado rebajas de impuestos. Pero es preciso adoptar otras medidas más eficaces, que corresponden al Gobierno central, para frenar, de una vez por todas, el encarecimiento de precios.