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Silvio Berlusconi, el empresario de la comunicación metido a político, irrumpió en las instituciones de Italia para cambiarlas con su estilo populista. Nunca pasó desapercibido al protagonizar una trayectoria pública, durante cinco décadas, trufada de juicios, condenas, escándalos fiscales y sexuales; marcada por un permanente conflicto de intereses al no diferenciar la esfera pública de la privada. Magnate de los medios de comunicación, el primer ministro italiano que más años ha ejercido este cargo, transformó la política del país transalpino con decisiones que dividieron al país.

Iniciador del populismo, en 1994 con Forza Italia, dos décadas más tarde otro hombre de negocios, Donald Trump, repitió esta misma estrategia en Estados Unidos y llegó a la Casa Blanca. La muerte de Berlusconi conmociona a Forza Italia, socio de la coalición de derechas de la primera ministra, Giorgia Meloni, que puede ver reforzado su liderazgo si logra ganarse a los legisladores y simpatizantes de la formación de ‘Il Cavaliere’. Su imperio empresarial también se enfrenta a un futuro incierto. Nunca dijo quién asumirá la dirección de MFE tras su muerte. Quien fue tres veces primer ministro, dueño de Mediaset y presidente del AC Milán, ha sido el hombre más influyente en Italia durante los últimos 25 años. Con una vida de claroscuros, su legado constituye una incógnita.