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La derrota de Mariano Rajoy en la segunda vuelta de su investidura -con idéntico resultado que la anterior, 170 votos a favor y 180 en contra- consolida la amenaza de unas terceras elecciones generales en diciembre. Todos los partidos coinciden en calificar esta opción como nefasta, pero el bloqueo que paraliza la política española apunta a otra cita con las urnas. Las incompatibilidades y los vetos cruzados entre las formaciones impiden una solución rápida.

La negación es la fórmula más usada durante este largo periodo de parálisis institucional, con el Gobierno en funciones. El PP se niega a renunciar a Rajoy como candidato; el PSOE, a pactar con los independentistas; y Podemos no quiere acuerdos que incluyan a Ciudadanos. Un escenario complejo que conduce a la imposibilidad del pacto necesario, tanto desde la derecha como desde la izquierda. Solo cabe esperar que se imponga la sensatez para aportar soluciones.

Este largo atasco es recibido con cansancio e indignación por los ciudadanos, que contemplan, atónitos, un juego de intereses políticos y personales, y un Gobierno interino que coloca al exministro José Manuel Soria en el Banco Mundial.