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No tengo sino palabras de agradecimiento para Juan José Gomila Félix: que un compañero de estas páginas, que tantas horas empleará en escribir sus propios artículos, me regale una lectura atenta de mi modesto reportaje sobre José Hospitaler (publicado el pasado 20 de diciembre y su carta el día 26), me llena de satisfacción. Además, procuras ayudarme con una cascada de datos, lo que demuestra tu conocimiento de un personaje ligado al pasado de Menorca, con el que casualmente comparto el origen valenciano. Somos muchos los que con esa misma procedencia hemos llegado a la Isla y hemos procurado devolverle un poco de lo mucho que hemos recibido.

Antes de entrar en el fondo de la cuestión, permíteme un comentario marginal. Te pido disculpas por la tardanza en responderte, y es que el diario llega a mi domicilio de Madrid con una semana de retraso como mínimo. Podemos decir que es la contribución de Correos a la caída de ventas entre los lectores que viven fuera de la Isla. ¡Cuántos menorquines que se hallan en estas circunstancias habrán renunciado a recibir el periódico de su tierra, cansados de enterarse de las noticias cuando ya los amigos se las repiquetearon mucho antes!

Pero vayamos al grano. Veo que ofreces unos pormenores sobre Hospitaler que no estoy seguro de que se correspondan con la realidad. Dices que fue catedrático de latín y retórica, amén de cronista en el Instituto de Mahón, y que fue director de «El Eco de Mahón». Esas afirmaciones no he podido refrendarlas, aunque figuran en la información que dio a conocer «El Bien Público» el 27 de abril de 1880, al dar cuenta de su fallecimiento.

Respecto a su relación con el Instituto me extraña, porque un maestro de escuela no impartía docencia en un centro de enseñanza secundaria y mucho menos ejercerla con la categoría de catedrático. Desde luego su nombre no es citado ni una sola vez en un libro tan bien documentado como el del padre Macián, «Instituto de Mahón, conquista de una sociedad» (Mahón, IME, 1998).

Respecto a la dirección de «El Eco de Mahón», es una cabecera que no la registra Luis Alemany Vich en «La prensa periódica en Menorca» (Palma, 1975), en todo caso sería «El Eco de Menorca», pero que no tuvo como director a Hospitaler (es fácil confundirse con unas cabeceras tan parecidas). Otra cosa es que escribiera en sus páginas, porque se tiraba en la misma imprenta de la familia Fábregues. Lo digo porque en una página en que publicita sus propios libros anuncia que tiene en prensa uno llamado «Fábulas político-administrativas» (insertas en el «Eco de Menorca»). Creo que ese libro no llegó a publicarse.

En cuanto a los pormenores que añades sobre algunas de sus obras son correctos y reflejan lo que trabajó en el campo filológico. ¿Cuál fue la causa de que yo no los mencionara en mi trabajo? Muy sencillo: buena parte de los personajes de los que me ocupo dan para mucho más que los dos folios que llenan una página de nuestro diario. Tanto material no lo puedo comprimir como para darlo de una sola vez. La solución a la que he llegado es partirlo en varios reportajes y así lo hago habitualmente. Lo habrás podido ver cuando me ocupé de Cosme Parpal Marqués, Alfredo Marqueríe, Ángel Ruiz y Pablo, Carmen de Burgos o Antonio de Hoyos Vinent (tres tomas en cada caso). Así que, paciencia, porque en las próximas semanas podrás leer otra entrega sobre José Hospitaler, en la que abordo precisamente esa faceta docente que echas de menos. Y aún, a continuación, otro capítulo, en esta ocasión sobre su hijo José Mauricio.

Como ves, todo tiene su explicación. Me gusta que expreses espontáneamente tus puntos de vista, que me han dado pie a que explicitara los míos. Yo leo tus artículos desde hace mucho tiempo y me llama la atención el picante y la picardía que desparramas en las notas a pie de página. Debo decirte, sin embargo, aunque no tenga mayor relieve, que no comparto muchas de tus opiniones: eso no importa y desde luego no te voy a adoctrinar sobre lo que debes pensar o escribir. En estas páginas el diario nos ofrece la oportunidad de mostrarnos a pecho descubierto, siempre desde el exquisito respeto a las personas que mantienen opiniones diferentes e incluso contrarias. Así lo veo yo.

Juan José, yo continuaré leyendo tus artículos y, por favor, sigue leyendo los míos. Hazme saber las equivocaciones y lagunas que encuentres, que esa es la manera de corregirlo y ofrecer un cualificado servicio a los lectores.