«El sistema no funciona». Es una frase que utilizamos tanto, que podríamos decir que es una frase hecha, pero es que además, es totalmente cierta en muchas situaciones de nuestro día a día.
Este «sistema» nos tiene muy defraudados, algo normal, ya que funciona cada vez peor y los ciudadanos no podemos estar más hartos de pagar las consecuencias de las decisiones de los encargados de implantar las medidas que forman este «sistema». Pero ¿y si a estas desacertadas medidas le sumamos la irresponsabilidad del pueblo llano? Agravamos la mala situación, ¿no es así?
Por ejemplo, ¿qué hay más importante que la salud y la educación? Bien, pues con respecto a lo primero, a pesar de que es cierto que el sistema no acaba de funcionar como debería, podría funcionar algo mejor si los mismos ciudadanos (llamados «pacientes» en este ámbito) ponemos de nuestra parte. Y con esto me refiero a que cada un@ seamos responsable de lo que está en nuestras manos.
En las consultas de médicos, enfermería, analíticas, pruebas hospitalarias, etc. faltan a su cita varias personas al día; varias personas en cada centro de salud; varias personas que no avisan de que no pueden acudir a su cita; varias personas que no tienen la empatía suficiente para ser capaz de dejar esa cita libre para otro paciente que lo pueda necesitar.
Pongamos que vamos a nuestro centro de salud a pedir cita con el médico porque no nos encontramos bien. Nos ofrecen cita para dentro de nueve días. Nuestra cara de sorpresa al recibir la noticia lo dice todo, ya que quizá dentro de nueve días ya nos hayamos recuperado; o no, puede que estemos aún peor. En cualquier caso, decidimos no coger la cita y acudimos a urgencias para ver si es posible ser visitados por un médico antes de esa fecha. Nos atienden pero nos dicen que debemos acudir a nuestro médico para un seguimiento. Seguimos sus indicaciones.
Al ir a nuestro centro de salud para visitar al médico de cabecera en el día de la cita concertada, nuestra sorpresa es que en la cola del mostrador hay un paciente que está solicitando nueva cita porque se le olvidó la que tenía hace unos días. Y en nuestra cabeza pensamos que ese día fue el mismo en el que nos ofrecían la visita para dentro de nueve días; cita que si esa persona hubiera dejado libre con antelación, podríamos haber aprovechado.
Bien, pues este ejemplo forma parte del día a día en cada uno de los centros de salud de todo el país y se da con demasiada frecuencia. Dado que el sistema sanitario es bastante costoso, deberíamos sacarle el máximo provecho, que para eso cotizamos.
Nos debemos hacer cargo de que cada cita con el médico/enfermer@/analítica, prueba hospitalaria, etc. nos está costando un dinero a cada uno de nosotros, de manera que si una persona no se presenta, es dinero despilfarrado.
Recuerdo una noticia que salió hace unos años que iba acompañada de una fotografía en la que salía un cartel que había colocado en la puerta de su consulta una doctora de un centro de salud de Toledo en el que informaba del número de pacientes que se habían ausentado en su consulta ese día y la traducción en euros, es decir, el coste que eso había tenido; porque, lógicamente, el que un médico esté pasando consulta, se presente o no el paciente, tiene un precio, además del coste de los recursos complementarios que supone esa atención. Es una manera de responsabilizar a las personas, que bien se podría implantar en otros centros a modo de campaña de concienciación.
Es cierto que la sanidad pública está muy saturada y varios son los factores que generan tal saturación (posible parte II), pero no dejemos de hacer lo que está en nuestras manos para que este sistema funcione un poco mejor.
Nunca es tarde para poner en práctica esa empatía que tanto agradecemos que tengan con nosotr@s.