TW

Estimados Lectores:

Con el corazón roto y las manos temblorosas, me dirijo a ustedes para compartir una historia de pérdida y desesperación que ha sacudido mi mundo y, temo, podría sacudir el suyo también.

Hace poco, mi vida cambió para siempre. Exactamente el 12 de marzo.    Mi tan adorado padre, mi mejor amigo, perdía la vida en un fatídico accidente de tráfico en la carretera general, concretamente en el cruce de Talatí, a la altura del kilómetro 4. Un lugar marcado por incontables accidentes, la negligencia y ahora la tragedia. En ese instante, el dolor desgarrador de la pérdida se apoderó de mí, pero pronto fue eclipsado por la indignación y la incredulidad. Hoy, en su honor, he conseguido sacar fuerzas de flaqueza para poder escribir esto. Porque no puedo tolerar semejante situación.

¿Cómo es posible que en un cruce tan peligroso, donde tantos accidentes ha habido antes de que mi padre falleciese, las autoridades permanezcan indiferentes? ¿Cómo podemos tolerar que la sangre de nuestros seres queridos y visitantes siga manchando nuestras carreteras mientras aquellos encargados de protegernos se quedan de brazos cruzados?

La falta de modificaciones en la señalización de velocidad, la negligencia en la línea discontinua en el cambio de rasante y la ausencia total de señales de advertencia son un testimonio de la indiferencia de aquellos que tienen el deber de proteger a los habitantes y visitantes de Menorca. No nos olvidemos de las personas que van a comprar butano ni tampoco de los residentes de Talatí de Dalt y los visitantes del poblado talayótico… ¿De veras tenemos que esperar a 2025 para que se dignen a hacer algo que ni tan siquiera tiene sentido?

La triste verdad es que no es la primera ni la última vez que Menorca sufre y sufrirá una tragedia así. En otras carreteras de nuestra amada Menorca, ya han muerto incontables personas antes de que las autoridades finalmente tomaran medidas. Y ahora, desgarradoramente, mi padre se ha convertido en la última víctima de esta cruel negligencia.

Con la temporada de verano acercándose, mi corazón se estremece ante la perspectiva de más tragedias que podrían evitarse. ¿Cuántas familias más tendrán que enfrentar el insoportable vacío de una pérdida antes de que nuestras autoridades actúen?

Me gustaría que fuesen conscientes de que esto no solo nos afecta a los Menorquines, sino también a la innumerable cantidad de turistas y familiares que nos visitan cada año.

En una isla tan turística como la nuestra, el peligro se intensifica aún más. Muchos visitantes llegan con la esperanza de disfrutar de nuestras bellezas naturales y de regresar a sus hogares con recuerdos felices, pero lamentablemente, algunos no tienen esa suerte. Demasiados han encontrado un final trágico en nuestras carreteras, un final que podría haberse evitado.

Hoy, les ruego que se unan a mí en un clamor desesperado por el cambio. No podemos permitir que más vidas se pierdan en nuestras carreteras debido a la inacción y la apatía. La seguridad vial no es un privilegio, es un derecho fundamental que todos y cada uno de nosotros merece.

Juntos, exijamos a nuestras autoridades locales que dejen de lado la pasividad y tomen medidas inmediatas para garantizar la seguridad de nuestras calles. Porque cada vida perdida es una tragedia que podría haberse evitado.

En memoria de mi querido padre y de todas las víctimas que han partido en estas circunstancias, levantemos nuestras voces y digamos ¡basta ya!

Con esperanza en nuestros corazones y determinación en nuestras acciones.