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El pescador profesional de la Isla vive el síndrome del pescado. Se siente atrapado por el anzuelo de la Unión Europea, que no diferencia entre las especies depredadoras i las que deberían protegerse porque forman parte de la biodiversidad local. El pescador de aquí no es igual que el pecador de allá, que esquilma donde puede, o esos grandes barcos que vacían los mares.

El cartel de la imagen es fresca del día y corresponde a Sa Plaça de Ciutadella. La barca de bou «Valldemossa» cuelga las redes hasta marzo. El lunes empieza a pescar la «Vicenta Primera» después de más de tres meses parada. Algo de pescado local se venderá en esta lonja. Pero el futuro parece encaminado a que la pesca local sea un producto tan escaso que solo se servirá en las mesas más selectas del lujoso turismo que viene. Al resto, congelado.