Rosselló Bordoy y Mascaró Pasarius: vidas paralelas

El fallecimiento de quien, durante cuarenta años, fue director del Museo de Mallorca y promovió la modernización del Museo de Menorca, deja huérfanas la historiografía y la arqueología de Balears.

Según Joan J. Serra, buena parte del actual conocimiento sobre la prehistoria y el periodo islámico del archipiélago «se debe a su gigantesca figura, centrada en la investigación de las épocas más oscuras de las Islas. Se jubiló en 2002, pero siguió ligado a la investigación y al estudio, dedicando especial atención a la cultura islámica.

Experto en Filología Semítica, su tesis de licenciatura, titulada «Las Islas orientales de al-Andalus según las fuentes árabes», fue publicada en 1968    el título «L’Islam a les Illes Balears». Obtuvo el doctorado en Estudios Árabes e Islámicos por la Universidad Complutense de Madrid, en 2003, por    sus trabajos sobre el periodo musulmán de Mallorca.   

El Imhotep de Alaior  

Un equipo de investigadores encabezado por Rosselló Bordoy consiguió, durante las      excavaciones de 1974, en el recinto de taula de Torre d’en Galmés un hallazgo excepcional: una figurita de bronce que era la representación del dios egipcio Imhotep.

Junto a la estatuilla apareció un grupo de objetos asociados que constaba de dos pequeñas lancetas, también de bronce, y una urna cuadrangular de piedra arenisca.

En la actualidad esta pieza de Imhotep, la única encontrada en un ámbito arqueológico fuera de Egipto, se exhibe en el Museo de Menorca, protegida en una urna.   

Museo de Menorca     

Rosselló Bordoy dirigió, desde la dirección del Museo de Mallorca, su mirada hacia el Museu de Menorca. Asumió su gestión y modernización, y promovió la ordenación de sus fondos, con el traslado desde Can Mercadal, en la plaza de la Conquesta, a su actual ubicación en el Convent de Sant Francesc de Maó.

Fue una larga historia, con retrasos, despropósitos y contratiempos, que se demoró durante más de diez años. Después, el arqueólogo mallorquín Lluís Plantalamor Massanet, que gozaba de la plena confianza de Rosselló, continuó el trabajo iniciado.   

Uno de los aspectos de la prolija biografía de Guillem Rosselló Bordoy nos conduce al arqueólogo menorquín Josep Mascaró Pasarius.

El profesor de la UIB Manuel Calvo Trias en la ponencia que presentó en las jornadas a Mascaró Pasarius, en noviembre pasado, organizadas por el IME y el Centre d’Estudis d’Alaior alude a las «discrepancias» entre estos dos tozudos «homenots».

Explica el profesor Calvo que, con la creación, en 1955, del Servicio Nacional de Excavaciones,    Rosselló aplica nuevas dinámicas con «un proceso de alejamiento, con excepciones, de los arqueólogos sin formación académica de las praxis arqueológicas».

En este contexto sitúa Manuel Calvo la complicada relación de Mascaró Pasarius con la Academia. «Una relación compleja, que combinan diferentes factores y circunstancias», subraya. En primer lugar, el distanciamiento, cuando no el conflicto entre la figura de Mascaró Pasarius y la de Rosselló Bordoy, que «más allá de circunstancias personales, debe encuadrarse en ese contexto de expulsión de los arqueólogos sin formación académica de la praxis aqueológica».

Una conclusión definitiva: bajo este prisma de cambio de paradigma de la praxis arqueológica en España se explica que las relaciones de Mascaró con la Academia pasasen de un puesto central, auspiciado por Gabriel Alomar en los años 60 a la periferia de la centralidad que ocupó el Museo de Mallorca en la década de los 70 y 80.