Bien sabemos que debemos el nombre a nuestros cercanos vecinos mediterráneos de Córcega, aunque la actividad se pierda en la noche de los tiempos y a lo ancho y largo de los siete mares. Algo de sus modos y maneras debió llegarnos, cuando en Menorca no somos ajenos a esta arriesgada, aunque también productiva actividad.
Toni Casasnovas que quiere tratar del tema en el Centro de Interpretación del Puerto de Mahón que crece en la Isla del Rey, nos ha metido el gusanillo de nuestros corsarios en el cuerpo, cuando nos llega una noticia impresionante ligada al tema. Se trata del inicio de publicación de los llamados «Prize Papers» documentos robados por corsarios británicos entre 1652 y 1815 que contienen entre otros miles de efectos, 160.000 cartas que nunca llegaron a su destino, muchas de las cuales aun sin abrir. Se trata de archivos personales de pasajeros, documentos de los propios barcos como sus cuadernos de bitácora, pasaportes, escritos oficiales, nombramientos, testamentos, objetos pequeños como joyas o muestras textiles. Estos «papeles» estuvieron depositados inicialmente en la Torre de Londres y posteriormente fueron trasladados a los Archivos Nacionales de Kew al suroeste de Londres, donde fueron desempolvados y descubiertos a partir de 2018. El proyecto «Prize Papers» está dirigido por la profesora Dogmar Freist experta en Historia Moderna de la universidad alemana de Oldenburg, doctorada en Cambridge. Opina que «este descubrimiento permite mirar la globalización, la expansión europea y el colonialismo desde la perspectiva de la vida cotidiana de hombres y mujeres e incluso niños». En lo de la globalización coincide con Ramón Tamames –«La mitad del mundo que fue España-cuando asegura que la española fue la primera durante varios siglos.
Los documentos se han conservado intactos dado que en aquel tiempo el papel se hacía con algodón. El proyecto de recuperación y digitalización está previsto que dure hasta 2037. Dada la cantidad de material de procedencia española, nuestra Embajada en Londres sigue atenta los trabajos. Por supuesto, testimonios entrañables de vidas separadas, de noticias alegres y tristes; de frustraciones y encuentros; pura vida. Un ejemplo: Francisca Muñoz escribe desde Sevilla en 1747 a su marido Miguel Atocha que se encontraba en México y le recrimina -¿es que allí no hay papel ni tinta?-no haber recibido contestación a sus cartas anteriores, sospechando un abandono, sin saber que estas a lo mejor andaban ya amontonadas en la Torre de Londres.
Para los voluntarios de la Isla del Rey especialmente entre los británicos, hay una referencia de esta crónica, de gran significado.
Entre los miles de barcos capturados en 150 años de guerras-se habla de 35.000 - se encontraba el «Nuestra Señora de Covadonga» botado en Cavite, que operaba como «galeón de Manila» entre Acapulco y la capital filipina, transportando plata y 533 personas a bordo (223 tripulantes, 43 soldados y 264 pasajeros) . Fue atacado a mediados de 1743 sobrepasadas las Islas Marianas en plena Guerra del Asiento (1739-1748) por el HMS «Centurión» de 60 cañones, 44 metros de eslora y 14 de manga al mando del comodoro británico, George Anson.
Por casualidades de la Historia, un descendiente del Comodoro que lleva su mismo nombre y apellido, ha sido y es uno de nuestros mejores apoyos en la reconstrucción del Hospital Naval británico de 1711. Es una especie de retorno moral de una persona a la que respetamos y queremos, desde luego no responsable de que su antepasado nos hiciera la guerra con el corso, allá por el otro lado del mundo, obedeciendo a la Corona de Londres.
¡Son estas bellas historias que enriquecen nuestra vida diaria! Porque en cada voluntario hay una especie de corso que rapiña lo que puede donde puede, al mismo tiempo que ofrece lo mejor de si mismo en beneficio de la comunidad, esta que conformamos todos.
Luis Alejandre Sintes
Presidente Fundación Hospital de la Isla del Rey
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