El pasado sábado Sor Demetria Bragado, celebró el 75 aniversario de vocación religiosa en la Compañía de las Hijas de la Caridad, o sea, las Bodas de Platino.
A los tres años de edad, mi madre na Marieta, me apuntó en el Colegio de San José, de Mahón, para empezar mi escolarización, a los seis años traslado a la Escuela Graduada y posteriormente a la "Escuela de Maestría Industrial", dos cursos en la Escuela Preparatoria de Trabajo – sus profesores Faustino Pons y José Maria Florit – pasando a Iniciación Profesional – dos cursos – y a Aprendizaje Industrial, terminando en el año 1962 con el título de Oficial Industrial en la rama de electricidad, como instalador-montador.
En el Colegio de San José, ya teníamos como profesora a Sor Demetria religiosa perenne, que ha permanecido hasta hoy en este apreciado colegio, siempre en los menesteres de ayudar al prójimo; mi esposa Ángeles, mis hijas Maria y Montse, mis nietos Joan, Paula, Nacho, Maria, Ramón y Diego y el que suscribe, hemos sido y son alumnos de este entrañable colegio religioso.
De la celebración religiosa en la iglesia de la Concepción, me gustaría destacar unas palabras de nuestra querida Sor Demetria: «Gracias por tantos años de vida en comunidad, donde he tenido que aprender a escuchar, acoger, y servir, posibilitando en mí un sentimiento profundo de agradecimiento a las hermanas que quisieron compartir y comparten su experiencia de fe y de relación con Dios, ¡Cómo me han ayudado en mi vida personal! Gracias porque muchos de vosotros me habéis acompañado a lo largo de estos años y habéis dejado huella en mi corazón.»… «Gracias por los años de vida, aunque no muchos, que puedas seguir dándome. En tus manos pongo mi futuro, confió plenamente en que cada día sea un presente lleno de tu amor para ver y vivir de todo lo que me trae tú presencia viva. Por todo ello, ¡GRACIAS SEÑOR!.»
De la homilía del párroco Joan Miquel Sastre, las frases: «Como era normal hubo un tiempo de reflexión y consideración, pero la respuesta no se hizo esperar. Emprendió el camino y en él sigue, caminando detrás de quien se fio, a sabiendas que la obra que comenzaba llegaría a buen puerto. Y dejó unas redes para enredarse en otras, las de la Compañía. Redes eran las que la acogían para desenredar a los otros. Después del tiempo de seminario y de los años de formación la lanzaron a la mar y nunca mejor dicho, por mar llego a nuestra pequeña roqueta de Menorca para trabajar en la misión de extender el reino de la caridad a imitación de San Vicente y Santa Luisa como ellos imitaron a Cristo. Tarea apasionante en los que posiblemente no faltaron pizcas de incertidumbre personal. Entretanto, eran tiempos de penuria para España y no menos para Menorca, fueron los momentos de llegar.»…«No se trata de homenajes, sino de reconocimiento, de la obra de Otro, porque al fin y al cabo no somos nosotros los artífices, sino que es Otro el que lo lleva todo a término. Nosotros al fin y al cabo, como dice el evangelio, "siervos inútiles" somos, hemos hecho lo que teníamos que hacer (cf. Lucas 17:10 ). Sí, pero, es que no hay mayor satisfacción, verdad, Sor Demetria, que sentirnos instrumentos de Otro. Hoy agradecemos al Señor que la eligiera, para ser desde su fragilidad, instrumento del amor, de la caridad de Dios. Hermosa la vida cuando se vive para desvivirse. Este es el sentido de la vocación. Ser de Otro para los otros.»
En la Isla del Rey, recordamos con cariño a Sor Demetria, que fue una de las religiosas que asistió a los marinos italianos heridos que llegaron a este islote procedentes del acorazado Roma, que fue hundido el 10 de Setiembre de 1943; a los voluntarios «isleños» nos encantaría que pudiera inaugurar el Moll de ses Monjes que estamos a punto de reconstruir.
Las tres generaciones de la familia Barber-Camps, le damos las gracias por su desinteresada entrega a la sociedad menorquina.
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